𝟎𝟎. 𝐏𝐑𝐄𝐅𝐀𝐙𝐈𝐎𝐍𝐄

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Los gritos de dolor de la joven Reina Alicent se escuchaban por los pasillos de la Fortaleza Roja, en los aposentos de la Reina las parteras y maestres ayudaban a la joven con el trabajo de parto, el cual era más complicado conforme las horas pasa...

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Los gritos de dolor de la joven Reina Alicent se escuchaban por los pasillos de la Fortaleza Roja, en los aposentos de la Reina las parteras y maestres ayudaban a la joven con el trabajo de parto, el cual era más complicado conforme las horas pasaban, la Reina se encontraba en el centro de la cama, su blanca piel estaba perlada por el sudor, su cabello estaba desordenado y húmedo, algunos mechones se pegaban a su frente debido a la humedad, su respiración era irregular podía verse reflejado en su pecho el cual subía y bajaba con fuerza, sus piernas estaban abiertas y se encontraba pujando para traer al mundo al bebé que llevó en su vientre durante nueve lunas.

El Maestre Mellos, observaba con cierto miedo la sangre que mojaba las sábanas blancas y parte de cama, los gritos de la joven se volvieron más fuertes cuando el dolor de las contracciones se volvían más intensos. Alicent en ese momento se cuestionaba ante lo que tuvo que sacrificar solo para traer al mundo al hijo varón que el Rey Viserys anhelaba, pero muy en el fondo de su corazón sabía la verdad, el Rey no amaría a su hijo, ya que ella no era la mujer que el deseaba para tener más hijos y nunca lo sería.

El dolor de la nueva contracción la hizo abandonar la bruma de sus pensamientos, con una fuerza sobre humana pujo apretando con fuerza las sábanas debajo suyo, entonces el inminente alivió llego a su cuerpo, la sensación de tranquilidad la envolvió y entonces el llanto de un bebé rompió el silencio de la habitación más su tranquilidad no duró demasiado, minutos después cuando la partera estaba terminando de cortar el cordón umbilical de su hijo, el dolor la hizo doblarse en la cama y gritar de nuevo.

—Hay otro.

Pronunció entre dientes, el Maestre le ayudo a moverse en la cama para regresar a su posición anterior, el dolor era el mismo pero esta vez fue mucho más fácil de sobrellevar, fue menos tiempo del que penso con un empuje más pudo sentir como el segundo bebé nació, su padre estaba en la esquina de la habitación podía ver su rostro satisfecho y sus ojos brillando orgullosos, había dado a luz dos hijos al Rey en su primer embarazo dos niños sanos, el recuerdo de la difunta Reina Aemma cruzo su mente pero abandono aquellos pensamientos cuando su padre soltó un jadeo no sabía la razón así que observo en su dirección y pudo verlo observando a los bebés con el ceño fruncido más bien a solo uno de ellos.

—Lord Mano, uno de los príncipes tiene el cabello castaño.

La sorpresa fue evidente para Alicent, creyó que sería algo bueno pero al ver la mirada de desdén dirigida al bebé se dio cuenta que estaba equivocada.

—La Reina Alicent sólo dio a luz a un niño esta noche, si alguien en esta habitación menciona a este otro bebé recibirá un castigo, ¿Entendido?

La voz de su padre se escucho fuerte y seria, las parteras y el maestre se observaron entre sí, pero no replicaron ante la orden del Beta, Alicent observo a su padre con horror, negando con miedo ante su decisión y moviéndose en la cama para intentar alcanzar a la mujer que tomó a su hijo en brazos, ni siquiera el dolor en todo su cuerpo y piernas la frenó a ello, no sabía bien que le susurro a la mujer pero la vió desaparecer en los pasadizos secretos que estaban entre las paredes, su padre se acercó a ella, abrazándolo a pesar de que la ella se negaba, sollozando ante la pérdida de ese bebé.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐎𝐃𝐒 𝐂𝐑𝐄𝐀𝐓𝐄𝐃 𝐘𝐎𝐔 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora