𝟎𝟐. 𝐆𝐀𝐈𝐔𝐒 𝐉𝐔𝐋𝐈𝐔𝐒 𝐂𝐀𝐄𝐒𝐀𝐑

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Estaba en sus aposentos, en una cama vacía de nuevo, pero había algo nuevo esta vez, un aroma

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Estaba en sus aposentos, en una cama vacía de nuevo, pero había algo nuevo esta vez, un aroma.

Vino y miel.

Ese aroma que lo a seguido desde hace semanas, esta presente pero esta vez parece ser mucho más fuerte, más palpable, como si el dueño de aquel hipnotizante aroma se encontrará cerca, pero no había nada, absolutamente nada.  Casi gruñe por el enojó, estaba por levantarse de la cama cuando una cantidad de feromonas de ese mismo aroma lo hizo quedarse quieto en su lugar.

Esta ahí, esta con él.

Girando el rostro tras las telas blancas que colgaban de la madera que rodeaba la cama, pudo ver una silueta caminando en su dirección portando un vestido blanco, trago saliva al ver como se acercaba cada vez más hasta que lo vio abrir las telas y entrar con una bandeja de metal en manos deduciendo que traía algo de comida.

—Al fin despertaste, pensé que estabas algo cansado, tuvimos una noche algo... activa.

¿Una noche activa?, Los recuerdos de lo noche anterior llegaron a su mente como una ola, ahora recordaba, más su vista se perdió al poder observar la espalda del Omega frente a él.

Su complexión era delgada, portaba caderas anchas y muslos gruesos, podía reconocer que estaba listo para poner un cachorro en su interior y esa idea no le molestó. Podía ver su piel blanca como la nieve y si ponía más atención, las marcas en su espalda y piernas eran visibles tras la tela del vestido y esta vez no se contuvo, soltó un gruñido ronco.

—¿Alguien te vio con ese vestido?

Era claro que estaba enojado, no le molestaría arrancarle los ojos a los que se tomaron el derecho a ver a Su Omega, con ese vestido que no dejaba nada a la imaginación, ahora caía en cuenta que era algo transparente y lo confirmó cuando él se dio la vuelta, casi se le corta la respiración.

Podía ver sus pezones rosados tras el ligero escote del vestido, su cintura era pequeña y las curvas eran visibles, sus muslos le dieron una gloriosa vista y casi podía ver su... Oh mierda, ¿De dónde carajos sacó ese vestido?

—En realidad solo fueron mis doncellas y bueno tu hermano estaba cerca, pero no vió nada.

Joder, eso no ayudó en lo absoluto a la punzada de celos que se instalo en su pecho, el posesivo deseo de ir por su hermano y golpearlo por si se atrevió a mirar a su Omega de más o alguno de los estúpidos guardias que cuidaban la puerta de sus aposentos.

Levanto la mirada para replicar algo, más no lo hizo, en cambio sintió como su corazón su detuvo al verlo mejor.

Cabello blanco, ligeramente rizado hasta los hombros y unos bellos ojos morados que brillaban como una piedra amatista, aunque no lograba del todo ver su rostro, no necesitaba más para quedar hipnotizado ante esos bellos ojos morados que le robaron él aliento.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐎𝐃𝐒 𝐂𝐑𝐄𝐀𝐓𝐄𝐃 𝐘𝐎𝐔 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora