La Tumba de TramisKan

Las calles dormidas guardaban secretos que pocos se atrevían a descubrir, y entre sombras, una figura solitaria avanzaba sin temor. Rayas, un felino de pelaje naranja y mirada afilada, se movía con la seguridad de quien conoce los peligros del mundo oculto. Su capa ondeaba a cada paso, sus ojos celestes reflejaban más que la luz de la luna: reflejaban un pasado que aún no estaba listo para dejar atrás.

No era un héroe común; era un enigma envuelto en un abrigo blanco y rojo, portador de un poder que iba más allá de lo comprensible. Mientras otros buscaban respuestas, él se adentraba en lo desconocido, guiado por su propio código y un propósito que nadie más entendía.

En una ciudad donde la línea entre la realidad y la leyenda era difusa, Rayas estaba dispuesto a enfrentarse a lo imposible. No por gloria, ni por venganza, sino porque, a veces, la única forma de seguir adelante es desafiar lo que todos temen.