Alastor andaba por las calles del infierno, con su estilo despreocupado de siempre, cuando algo inusual llamó su atención. En un callejón oscuro, un libro brillaba intensamente, como si lo invitara a descubrir sus secretos. Sin pensarlo dos veces, se acercó y lo abrió, sintiendo una curiosidad incontrolable. Las palabras en las páginas parecían un galimatías, pero el brillo se intensificó, rodeándolo de una luz cegadora. En un abrir y cerrar de ojos, Alastor se encontró en un lugar completamente diferente, lleno de colores vivos y criaturas amistosas. Al mirar sus patas, se dio cuenta de que también había cambiado; ahora era un pony en el mundo de My Little Pony.