Levanté la vista y me topé con unos ojos negros como la noche sin luna. Contuve el aliento. Todo mi mundo se paralizaba entre nosotros. La criatura más hermosa que había podido contemplar se hallaba ante mí, oscura y absorbente como un espacio vacío. Todo en él era un deseo prohibido donde no cabía posibilidad a la cordura. Sus rasgos parecían cincelados por un maestro escultor y pintados por el más diestro artista. Sin embargo, ni el más grande de los maestros habría podido capturar la belleza de sus sabios ojos negros como pozos. Acostumbrada a rodearme de luz, se abría ante mí toda una gama nueva y fabulosa de oscuridad. Y me estaba mirando. Miraba cómo mi antigrabitatorio cabello flotaba sobre mis hombros, cómo mis yemas de los dedos se volvían translúcidas por los nervios, cómo mis blancas pupilas se dilataban en respuesta. Volví a la realidad cuando me acerqué al banco y tuve que sentarme a su lado. Nunca había sentido aquella atracción, donde cada poro de mi piel ansiaba acercarse un poco más a aquel desconocido. Como un agujero negro, me sentía fatalmente atraída hacia el. **** -¿No te encantaría pasar el resto de tus días con Peeves? Así podría contarle a todo el mundo la primera vez que vi un Ángel en Hogwarts. Muchísimas gracias a @dangerblogmadd por la portada tan genial que me has hecho❤️