★ 𝓐𝓫𝓻𝓪𝔃𝓪𝓷𝓭𝓸𝓽𝓮 𝓮𝓷𝓽𝓻𝓮 𝓵𝓪𝓼 𝓮𝓼𝓽𝓻𝓮𝓵𝓵𝓪𝓼 ~ 𝓞𝓢

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Calma y apacible noche...
secreto de pocos y amante de muchos.
Daba lugar a las estrellas en el firmamento nocturno, cada una de ellas trayendo una historia, una guerra, varias batallas.

Pero también un Amor.

La tierra se silenciaba en una poesía que narraba; si esta noche te tengo entre mis brazos, me consideraría el ser más afortunado del mundo...

Empezaste a pensar, sentada tranquilamente en el césped de tu hogar. Tus brillantes ojos jamás se alejaron de las infintas luces, tan lejanas, tan cercanas, tan frías y tan sabias, tan fugaces.

Eran estrellas.

Estrellas... qué concepto tan amplio para diferentes tipos de disciplinas. Si podías observar bien, distinguías la constelación de tu signo zodiacal, que tantos dolores de cabeza te habían traído. ¡Qué locura!

Recordaste cuando le sacaste la carta natal a David. Su rostro luego de eso era todo un poema. ¡Hasta te sonrojaste cuando te preguntó cómo sabías tantos detalles de él!

De pronto una nostalgia te invadió, y distinguiste dos grandes luces en el cielo. Una de ellas más pequeña que la otra, pues la primera se trataba de un punto de luz, amplio y rojizo; y el otro mostraba una tonalidad celeste intenso. Te preguntaste qué podría ser. De qué se trataba, qué misterios traía, qué podría significar para tu vida, para tu persona.

Te hicieron acordar a los ojos de David, y no pudiste evitar coger el teléfono y marcar su número.

-¿David...? -tu voz trémula se oía melancólica y vibrante. Estuviste pensando en él todo el día, en sus cabellos, en su voz. Y cuando quisiste darte cuenta, contemplabas sus ojos en el cielo.

Sin buscarlo,
Sin saberlo.

Después de dos tonos, sonó su voz inconfundible.

-¿Amor....? ¿Qué sucede, está todo bien? -se escuchaba adormilado y grave, esa voz de barítono que tan loca te volvía. Sospechaste que se encontraba durmiendo, dado que había pasado más de la medianoche y al día siguiente estaría tan activo como siempre.

Un capricorniano a toda letra, meditabas.

Vacilaste antes de volver a hablar con él.

-N-no... bueno, quizás si, o no lo sé. ¿Podrías venir a casa? Realmente te necesito. -arrancaste pequeños pastitos del piso, una sensación de vergüenza te invadió repentinamente al recordar la hora que señalaba el reloj de tu muñeca.

David frotó sus ojos y suspiró, lo sabías perfectamente. Conocías cada sonido que producía sus movimientos, casi como si tú estuvieras a su lado. Un carraspeo sonó, y su voz calma te hizo sentir que todo estaría bien. Aún cuando no supieras qué era exactamente lo que podría salir mal.

𝑫𝒂𝒗𝒊𝒅 𝑩𝒐𝒘𝒊𝒆 - 𝑺𝒕𝒖𝒇𝒇 𝒂𝒏𝒅 𝑶𝒏𝒆 𝑺𝒉𝒐𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora