𝑴𝒆𝒓𝒓𝒚 𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒕𝒎𝒂𝒔 |❄︎| 𝐁𝐮𝐧𝐠𝐨 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐲 𝐃𝐨𝐠𝐬 |❄︎| ©

¿Por qué siempre que te dicen "no mires a abajo", lo hacemos?

~•❄️•~

¿Por qué siempre que te dicen "no mires a abajo", lo hacemos?

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—¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!

El grito de terror de Atsushi resonó por cada rincón del bosque.

Una bandada de pájaros se elevó, asustada por el horrible sonido.

El destino lo odiaba, eso era seguro.

¿Que por qué?

Pues, como ya es costumbre en los fics de esta autora, regresemos atrás una horas...

Al momento donde la pesadilla de Atsushi estaba por comenzar.

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Como bien expresó la descripción de este fanfic, la Navidad un momento maravilloso para convivir con nuestra familia y amigos, PERO, para Atsushi se volvería todo un desafía.

SOBREVIVIR SERÍA SU MAYOR PRIORIDAD.

Y, ¿les digo algo?

No mentí cuando escribí esas palabras.

—¿Eh? —fueron las únicas vibraciones que sus cuerdas vocales fueron capaces de articular.

Frente a él se desarrollaba un escenario todavía más raro que el primer día en la Agencia, ese en el que Tanizaki, impulsado por sus ansias de convertirse en un terrorista suicida con complejo de hermana, había simulado un atentado como prueba de aptitud hacia su persona:

La silla del escritorio de Kunikida pasó realizando una parábola perfecta sobre toda la oficina, para dar de lleno contra el cuerpo de un Dazai, que estaba colgado de unas guirnaldas verdes y rojas en el techo. Ranpo lo observaba todo enterrado en una pila de dulces que de seguro habían dejado en bancarrota a más de un miembro de la Agencia. El pobre Poe estaba enredado en las luces del árbol y, al parecer, alguien lo había confundido con este, pues tenía en la cabeza una estrella de esas que se colocan en las puntas de los pinos. Kenji cargaba un árbol de Navidad sintético, a punto de lanzarlo por la ventana, ya que este estaba ¡EN LLAMAS!

Desde el local que servía de enfermería se escuchaban gritos de auténtico terror, seguidos de una risa maniática y psicópata.

¿Tanizaki?, seguramente.

¿Yosano?, la causante de todo.

Atsushi se hizo nota mental de que en el regreso a casa, pasar por el cementerio a reservarle una lápida al pelirrojo.

El presidente no daba señales de vida.

«Seguro anda alimentando gatos», dedujo el albino; ya que no era la primera que el hombre desaparecía para ello con la escusa de ir a "una reunión importante".

Ahora que lo pensaba mejor, se sentía mejor como niño malo. Le agradecía a Santa y todo, pero su salud integral iba primero.