|4| El club [?]

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No podías ver nada; la oscuridad era total. Ni siquiera el rayo más ligero de luz podía atravesar la ventana que habían cerrado tan herméticamente. La oscuridad de la noche, al exterior, era como el sol del mediodía comparada con la negrura de la habitación.

No recordabas la razón por la que te había parecido tan importante formar parte de ese grupo de ritos secretos y conducta tan peculiar. Sabías, en forma vaga, que incluía algunos aspectos sexuales y que te sentías un poco atemorizada por ello, pero habías aceptado porque tenías que salir de la rutina. ¡Tenías tantas inhibiciones sexuales que hasta te resultaba incómodo acariciarte a ti misma/o!

Siempre temías que alguien estuviera contemplándote; un pensamiento que, a la vez, te excitaba y atemorizaba.

Cuando Nobara te pidió que la acompañaras para reunirte con algunos de sus amigos, se te anudó el estómago por la ansiedad; sin embargo, sólo dudaste un instante y aceptaste antes de que ella tuviera que pedírtelo dos veces. Tu curiosidad estaba triunfando sobre tus inhibiciones neuróticas.

Te habían puesto una venda en los ojos y te habían llevado, sin que supieras cuantas personas se encargaban de ello, hasta una cama. Antes te habían desnudado y, así, tendida/o en aquella cama, sentías la frescura de la sábana bajo tu cuerpo. Te habían quitado la venda de los ojos, pero la oscuridad no te permitía ver nada. De pronto, sentiste algo agradable: te ponían encima una sábana de satín. Tenía orificios en los pezones y en el ano . El resto de ti estaba totalmente cubierta/o.

Oíste un chasquido y se encendió una lucecita. Entonces, te diste cuenta de que la sábana era negra y que la luz del proyector se enfocaba exclusivamente en la zona púbica de tu cuerpo. El calor del foco te calentaba.

Repentinamente, una voz masculina tranquila y firme dijo:

-Voy a hacerte el amor, pero no veo tu cara ni sé quién eres. Tampoco sabes quién soy yo. Simplemente voy a introducirme en ti y a hacerte el amor hasta que gimas y goces.

Mientras hablaba, se puso sobre ti y sentiste la dureza de su pene a la entrada de tu ano. Aunque no tenías ninguna preparación y ni siquiera estabas lubricada/o, no te atreviste a poner objeciones a su entrada en tu cuerpo. Siguió hablando mientras se introducía en ti con impulsos vigorosos.

-No me importa quién seas. Para mí sólo eres un culo para obtener placer. Todo ello era muy extraño, pero esa eliminación total de ternura fingida te estaba excitando mucho. Permaneciste bajo la sábana negra y lo recibiste, pero
tampoco sentiste ninguna vergüenza. No te preocupaba que te vieran, aun cuando estabas convencida/o de que la habitación se encontraba probablemente llena de gente, todos mirando el agujero de la sábana que revelaba la zona más privada
de tu cuerpo. La negrura de la sábana era tu protección... tu seguridad. Y te liberaba.

Comenzaste a gemir con suavidad mientras el hombre sostenía el ritmo haciéndote el amor y hablando en forma impersonal.

-Este culo estará siempre a mi disposición y le haré el amor cuando quiera.

Tu cuerpo respondió con un deseo desenfrenado. Por su parte, el hombre pareció endurecerse todavía más al aumentar tu propia excitación, y mientras se impulsaba hacia adentro y afuera, oíste otra voz que al principio no reconociste
como tuya. Respirabas con fuerza y decías:

-¡Sí! ¡Sí! ¡Con más fuerza! ¡Sí! ¡Sí!

Y luego gritabas:

-¡Ah! ¡Sí! ¡Sí! ¡Más rápido! ¡Más rápido!

Repentinamente, tuviste un fuerte orgasmo y parecía que nunca ibas a detenerte. Sólo entonces, el hombre detuvo su ritmo y oíste un suspiro fuerte mientras derramaba su semen cálido en tu ano apretado. Finalmente, la luz se apagó y sentiste que te dormías feliz por haberte unido al
club.

Dynamite || Jujutsu Kaisen x Lectora/or || +18 || Sexual-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora