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Yoongi suponía que SeokJin habría calificado la expresión de su rostro de «malhumorada», a pesar de la cantidad de veces que lo había intentado convencer de que los genios no sufrían de malhumor. Eran introvertidos, tenían arranques de cólera y rabietas, podían ser olvidadizos o desconsiderados, pero no sufrían de malhumor.


Su hermano nunca se lo había creído.


«Muy bien», pensó con sombría resignación encogiéndose aún más en el asiento trasero del taxi. Quizás estuviera malhumorado. Pero, maldita sea, no sabía qué hacer, y para Min Yoongi eso era un incidente poco común. Muy poco común.


Y entonces su infeliz mirada reparó en un letrero de brillantes colores de un edificio por el que pasaba el taxi en ese momento. Agencia de Contratación Black's Fire.


—¡Pare! —gritó en un impulso echándose hacia delante para llamar la atención del taxista—. Quiero ir a esa oficina.



[...]



Jimin no tuvo ningún problema con el impreso hasta que llegó al apartado en que se pedía que enumerase los trabajos que había desempeñado en los últimos cinco años. Esa parte le planteaba dos problemas: recordar todos los trabajos y lograr que la lista cupiese en la página y media asignada a ese propósito. Tragó saliva, agarró el lápiz con decisión, apoyó la carpeta en las rodillas y empezó por el trabajo que acababa de dejar, como requerían las instrucciones.


—Contratante: Agencia de Seguros Gladwell —masculló en voz baja, rellenando el formulario e ignorando a las otras cuatro personas que completaban idénticos impresos en la sala de espera de la agencia de empleo—. Posición: encargado de sección. Salario: ni mucho menos suficiente —comentó en tono terminante mientras escribía la cifra exacta en el espacio en blanco—. Motivo del cese...


Dejó de escribir y alzó el rostro con el ceño fruncido. Sentada a su lado, una atractiva mujer de color rellenaba con gran rapidez su impreso de solicitud. Jimin logró atraer su mirada.


—¿Cómo explicas que has dejado tu último trabajo porque el jefe era un arrogante y detestable nepotista que exigía perfección de los demás sin reconocer nunca su propia incompetencia? —le preguntó.


—Incompatibilidad de carácter —contestó sin vacilar la mujer, volviendo de nuevo a su tarea.


—Sí, eso suena bien.


Jimin garabateó las dos palabras en el espacio apropiado y las miró con aprobación. Sí, la expresión le gustaba. De hecho, le gustó tanto que la usó para los cuatro siguientes trabajos.


—La incompatibilidad de carácter cubre un campo muy amplio —murmuró Jimin, sonriendo con tristeza.


No es que fuese difícil llevarse bien con él. Había intentado conformarse, lo había intentado de verdad, se dijo con convicción. Pero siempre surgía algún problema. Y, aun así, él seguía con la esperanza de que el siguiente trabajo fuese exactamente lo que anhelaba en su búsqueda sin descanso de la realización personal, una meta que había demostrado ser bastante huidiza a lo largo de sus veintiséis años.

"Genius" Yoonmin Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora