Tras una semana de trabajar para Yoongi, Jimin descubrió que el eficiente SeokJin había cometido un error garrafal: consentir a su hermano hasta un punto alarmante. No era de extrañar, reflexionó furioso al viernes por la tarde a última hora, que Yoongi no hubiese tenido suerte trabajando con nadie excepto con SeokJin. Sólo un hermano lleno de adoración podría haberlo soportado.
Había esperado una cierta cantidad de malhumor, incluso excentricidad, de un hombre que se ganaba la vida siendo un genio. Pero Yoongi debería darse cuenta de que no todo el mundo era capaz de trabajar a su ritmo. Su nuevo jefe empezó recitando listas de cosas que quería que hiciese, largas listas. Invariablemente terminaba sus instrucciones preguntándole por qué no había llevado a cabo ya los primeros encargos que acababa de hacerle. Jimin apretaba los dientes y le prometía hacerlo lo más pronto posible, aunque sabía que lo estaría interrumpiendo cada quince minutos más o menos para darle otra lista de cosas.
En cuanto a los dictados, en el instituto de secretariado no habían tenido en cuenta a una persona como Yoongi a la hora de enseñarle. Tendía a divagar mientras dictaba, intercalando frases que no había que incluir, y esperaba que el supiese lo que era o no era relevante. Después de haberle dedicado un precioso tiempo a asegurarse de que la carta o el informe habían quedado bien, él cogía un bolígrafo y se lo estropeaba todo, a menudo haciendo cambios que no afectaban en nada al resultado final.
Yoongi no estaba siempre en la oficina. Pasaba varias horas a la semana en la universidad como profesor contratado. Cuando estaba, se encerraba durante horas en su despacho o traía de cabeza a Jimin con sus encargos.
Contestar el teléfono, normalmente la parte más fácil de su trabajo, se convirtió en una tarea que ponía a prueba su paciencia y su tacto. Había gente para la que su jefe nunca estaba, a no ser que ese día diera la casualidad de que estuviese de humor para hablar con éste o aquél, de lo que Jimin se enteraba cuando ya se había deshecho hábilmente del sujeto en cuestión. De otros decía que eran amigos íntimos y que siempre estaba para ellos, pero luego le chillaba por interrumpir su último e importante proyecto con la llamada de uno de esos «amigos íntimos».
Acababa de pasar a máquina por cuarta vez un largo y complicado informe cuando Yoongi entró precipitadamente en el despacho con el cabello revuelto y expresión dramática.
—¿Dónde está el expediente AmStar? —Jimin respiró hondo.
—¿Qué expediente AmStar? —preguntó.
—El expediente AmStar —repitió él, empezando a ponerse rojo de impaciencia—. ¿Dónde está?
—Yoongi, es la primera vez que oigo eso de AmStar. Soy relativamente nuevo,
¿recuerdas? —contestó con dulzura forzada—. Pero si me das alguna pista, estaré encantado de ayudarte a buscarlo. ¿Has mirado en los archivos de tu despacho?
—¡Claro que sí! Mira en los tuyos.
—Sí, señor —dijo Jimin, y se levantó obediente a registrar el cajón A de su archivo. Ni rastro de AmStar.
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"Genius" Yoonmin Adaptación.
FanfictionEl nuevo y atractivo jefe de Park Jimin, Min Yoongi, era un genio reconocido, un miembro de un grupo de élite de "cerebros" a los que se les pagaba una fortuna sólo por pensar. Pero el pobre hombre era un incompetente en la vida cotidiana. Jimin se...