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—Va a ser un desastre. Te arrepentirás. Estoy seguro —volvió a decir Yoongi. Jimin suspiró y agitó las manos con exasperación.

—¿Quieres dejar de decir eso? —le pidió—. Llevas toda la semana prediciendo el desastre y yo repitiéndote que estás equivocado. Los dos nos lo vamos a pasar fenomenal esta noche en la fiesta.

Yoongi se cruzó de brazos y frunció el ceño.

—Luego no digas que no te he avisado.

—Desde luego que me has avisado. Como mil veces. Creo que es suficiente.

Él se encogió de hombros como si hubiese hecho todo lo que estaba en sus manos para evitar una desgracia.

—¿Qué planes tienes para el almuerzo? —se limitó a decir.

—Nada en especial —contestó Jimin—. ¿Por qué?

—Considérate comprometido para el almuerzo —contestó él, sonriendo y disponiéndose a salir del despacho—. Tengo que hacer unas llamadas. Estaré en la cantera si me necesitas.

Jimin se rió entre dientes al oírle llamar a su despacho con el nombre que él le había puesto.

Viéndolo salir, pensó con satisfacción que Yoongi había mejorado mucho en esa semana. Se había esforzado en conseguir que trabajar para él no fuese tan difícil, aunque estaba claro que nunca podría llegar a ser un jefe normal, concluyó con resignación. Había seguido bromeando con él en el mismo tono que el sábado anterior, haciéndolo reír frecuentemente con sus ocurrencias.

Habían dado otras tres clases de conducir esa semana, y Jimin se había quedado asombrado de la rapidez con la que estaba aprendiendo una vez que se había convencido de que era algo que necesitaba aprender y de que podía llegar a hacerlo bien.

Cómo le hubiese gustado chillarle a su familia por haberlo tratado como a un brillante incompetente la mayor parte de su vida. Era brillante, pero también era un ser humano con sentimientos, y eso era algo que su familia había pasado por alto en demasiadas ocasiones.

Después de la clase de conducir solían ir a cenar juntos, así que Jimin se había enterado de muchas cosas sobre Yoongi en los últimos cinco días. Sabía que a menudo se había sentido aislado, distinto a los demás, solo. Él había experimentado esa misma sensación más de una vez, por lo que, en ese sentido, le comprendía perfectamente. No había habido más besos explosivos, pero no porque Yoongi no lo hubiese intentado. Jimin se había vuelto bastante hábil en adivinar sus intentos amorosos por la expresión de sus bellos ojos oscuros, y hasta entonces había logrado distraerle con algún comentario inesperadamente ofensivo. Admitía para sus adentros que era un cobarde. Pero sabía que bastarían muy pocos besos de Yoongi para hacer pedazos la poca fuerza de voluntad que le quedaba en su presencia.

Apoyando los codos en la mesa, se sujetó la barbilla en actitud pensativa y se dispuso a recordarse a sí mismo las razones por las que no podía tener una relación amorosa con Yoongi. Había aprendido la lección con JunHo, un jefe guapo, encantador y rico que se había entretenido durante un tiempo con su divertido y sensual secretario. Jimin se enamoró de él de todo corazón, con el mismo entusiasmo con que lo hacía todo, y tuvo que afrontar el duro golpe de enterarse por un periódico que él se había comprometido en matrimonio con una mujer de la alta sociedad de Gwanjgu. Cuando le pidió explicaciones a JunHo al respecto, él le dijo con toda frialdad que nunca había tenido intención de casarse con un simple secretario y que un hombre de su estatus se casaba con mujeres de su mismo círculo social. Después, le dejó entender que lo que había entre ellos no tenía por qué cambiar por el simple hecho de que él se casara con una mujer.

"Genius" Yoonmin Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora