Dark era un buen maestro, sabía mucho sobre las diferentes ciencias y siempre tenía respuestas a las preguntas de Luna. Incluso Marie estaba aprendiendo un par de cosas nuevas. Como entrenador tampoco estaba mal. Luna entrenaba todos los días, primero era solo para ponerse en forma, sentía como sus músculos habían ido agarrando tonalidad y fuerza, luego se había agregado movimientos de artes marciales y, finalmente, el uso de armas. Luna había insistido en que Marie aprendiera junto a ella.
- No planeo abandonarte, pero si algo me pasa… tendrás que defenderte y sobrevivir. – Le había dicho, Marie había llorado esa noche, viendo en los ojos de la pequeña niña, de nueve años en aquel entonces, el mismo brillo valiente que había visto repetidamente en la mirada de Orión.
No siempre era fácil, Luna se cansaba o se aburría, muchas veces volvía a ser la niña que lloraba y gritaba pidiendo que su madre fuera por ella, que la ayudara, pidiendo a su hermano que no la abandonara. Dark había mostrado paciencia y Marie había consolado como había podido. Y de ahí estaba el aniversario.
El primer año Luna no se había levantado de cama, había llorado todo el día, no había comido y había gritado cada vez que alguien se le acercaba. El segundo año no había dicho nada, había ignorado las preguntas y se había concentrado en entrenar. El tercer año fue el más diferente. Ese año se había puesto a cantar todas aquellas canciones de fiesta que su hermano, su madre o su padre le habían enseñado. El cuarto año había escrito una carta para sus tres familiares muertos, pidiéndoles que le dieran valor y fuerza, que volvieran y que no la dejaran sola nunca. El quinto año se había sentado frente a la mancha en el suelo, la única mancha que nunca desaparecería de sus ojos. Se había quedado frente a ella todo el día, no se había movido, con los ojos fijos en el mismo punto oscuro que indicaba donde había caído la sangre de Orión. El resto de los años había sido igual. Ella se levantaba antes de que el sol saliera, se sentaba frente a la mancha y miraba al vacío.
Marie y Dark se habían cansado de tratar de moverla y apartarla del horrible recuerdo. Marie prefería quedarse callada y solo cumplir con sus obligaciones. Dark las miraba preocupado pero nunca dijo nada.
Otra fecha difícil eran los cumpleaños. La princesa había tenido siete años al ser encerrada, llevando dos meses dentro de su presión cumplió los ocho. No había celebrado, había destruido el pastel que Marie había hecho, había tirado lejos los regalos que le habían hecho y había llorado. Entrada la noche un ruido les alertó. Alguien estaba fuera. Se asomaron a la celda y vieron como los barrotes de la ventana se movían. No había guardas esa noche y arriba sonaba un enorme festín. Una pequeña sombra había entrado y se había acercado en silencio, tratando de pasar desapercibido.
- Pensé en traerte algo de regalo… no sé si podrías tomarlo o si sería muy peligroso… - Luna había abierto los ojos y se había puesto las manos en la boca. Marie se había dejado caer en el suelo y miraba con los ojos abiertos como platos.
- Mocoso idiota, si llegan a descubrirlo. – Había dicho Dark pero la princesa lo había mirado molesta.
- Afuera no hay mucho por lo que festejar… - Luna se había acercado a las barras que la separaban de su mejor amigo, Daniel la miraba sin mirarla con esos ojos grises tan brillantes, llenos de tristeza. – Pero es tu cumpleaños… no podía no celebrar eso… estás viva. Cuando me fui no sabía lo importante que era eso.
Luna lo vio, estaba sucio, despeinado y magullado, tenía cortes y heridas por todos lados. Se veía feliz. Se sentó en el suelo y Luna frente a él sin poderle contestar. Removió las cosas que andaba en su mochila y sacó un pequeño panecillo de chocolate. Le colocó una velita y la encendió con una cerilla. Sonrió con tristeza y levantó el rostro, estaba llorando. Se limpió las lágrimas con una mano llena de tierra y con una herida que comenzaba en un dedo y subía y subía hasta su hombro donde se perdía en la camisa que llevaba.
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Warrior
Teen FictionEn un lejano reino un asesino mató a la familia real y se hizo el nuevo rey. Exhibió los cuerpos de tres de los cuatros miembros de la familia: el rey, la reina y el heredero, el príncipe Orión. Pero Orión tenía una hermana menor, la princesa Luna;...