Prólogo

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Isabelle amaba a su abuelita, pero lamentablemente falleció

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Isabelle amaba a su abuelita, pero lamentablemente falleció.

Al igual que el apodo de pajarita ya no podía ser mencionado.

Isabelle amaba a su mejor amigo, pero el mundo se lo arrebato.

Al igual que el apodo de Abe tampoco podía ser mencionado.

Ellos amaban verla pintar y ella detestaba hacerlo si ellos ya no estaban presentes en su vida.

Le costó mucho asimilar que su abuelita ya no estaba, cuando estuvo deprimida llegó su mejor amigo para salvarla...

¿Pero quién la salvaba cuando lo perdió a él también?

Es que a veces la vida es injusta con los buenos.

Todo el mundo le decía que superará el hecho de que el ya no están, pero para ella no era fácil, aún más cuando el comenzó a aparecer como un fantasma.

Ella prefirió no decirle a nadie que él estaba ahí, porque la creerían loca.

Todo empeoró cuando alguien llega para poner su mundo aún más de cabeza que antes, Un Anónimo.

Alguien que trata de que Isabelle vuelva hacer lo que ama, alguien que quiere que aprenda a vivir y no a sobrevivir.

Alguien más quería que ella fuera feliz a su manera y no a la que la gente quería que ella lo fuera.

Alguien más quería que ella fuera feliz a su manera y no a la que la gente quería que ella lo fuera

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Cartas al Anónimo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora