Cap 03

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Han pasado dos semanas desde que volví a saber de María, y desde que esa pregunta ronda por mi cabeza.

¿Qué pasa si tan solo marco?... No lo he hecho y no por que no quiera, porque créanme, la idea de tener un tiempo libre me encanta, pero entre la escuela, mamá y los turnos extras que he tenido que tomar, termino exhausta, no se porque algo muy fuerte me impulsa a tomar el teléfono entre mis manos y teclear mi contraseña a la velocidad de la luz, recién terminó mi turno en la cafetería, después de un día de la Deblin, el viejo José me descontó de mi sueldo por equivocar un pedido y es que llevo días sin poder conciliar el sueño, no se en que momento llegue a la parada del autobús ni mucho menos se cuándo obtuve la pequeña fina tarjeta de mi mochila...

Respira, tan solo preguntarás por María... No es nada del otro mundo. -Esta soy yo cada que tengo que hacer una llamada o pedido, respiro pausadamente y tecleo el número telefónico que viene en la parte de abajo, acerco mi teléfono al oído mientras acomodó mi mochila de nuevo.

PIP... PIP...

-Oficina de la licenciada María Castañeda, ¿En qué le puedo ayudar? -Pregunta una voz delicada desde la otra línea, trato de buscar mi voz en un intento de que no se note mi nerviosismo.

-Buenas tardes, busco a la -Es tan nuevo llamar licenciada a la chica con la cual me escapaba por las noches -Busco a la licenciada María Castañeda, soy una vieja amiga -Le digo a la mujer mientras juego con mis llaves.

-Claro, espere en la línea -Me dice mientras, suena una melodía típica hasta que se escucha de nuevo la delicada voz -En un momento la comunico con ella, que pase buenas tardes. -Con eso se despide hasta que escucho una voz que reconozco.

-Te estaba esperando Alex... -Me dice María desde la otra línea -Pensé que no llamarías, disculpa la demora, estaba terminando una una junta, ya sabes lo normal -Me dice esto y yo busco mi voz que por alguna razón no aparece.

-Lo siento, es que últimamente no tengo tiempo de nada -Le digo mientras observo como se acerca el autobús.

-No te preocupes, se cómo se siente, en fin, me alegro mucho verte la vez pasada, me encantaría quedar para tomar algo, ya sabes, como los viejos tiempos, claro, si quieres -Me dice mientras se escucha algo que parece ser papeles.

-Claro, me encantaría, tan solo dime un día y cambio algunas cosas -Le digo mientras busco en las bolsas de mi pantalón el dinero de mi pasaje.

-Perfecto, anotaré tu número y estamos en contacto, ahora, lo siento que sea breve, es que tengo una junta en cinco minutos, pero hablamos en estos días, me alegra haberte visto de nuevo -Me dice con alegría, me apresuro a contestar pues mi carroza está por llegar.

-A mi igual María, estamos hablándonos -Nos despedimos y guardo mi teléfono, me acerco al grupo de personas que al igual que yo esperan el autobús.

Mientras tomo asiento, una pregunta tanda por mi mente y es que ¿Cómo estaba tan segura que la persona que llamaba, era yo?.

Cuando pasa el tramo del centro y comienza a acercarse a los suburbios de me preparo para bajar, una vez que baje agradeciendo al chófer tomo el camino habitual hacia mi casa... Buscando mis llaves como desquiciada pues no había rastro alguno de ellas en mi mochila, les puedo asegurar que la mayoría de ustedes han tenido al menos dos microinfatos a la semana cuando no encuentras las llaves o de casualidad no sientes tu teléfono al caminar por la calle, soltando un suspiro de alivio cunado escucho si titirar en la bolsa pequeña de esta, las tomo y cruzo la calle para poder abrir la puerta de mi casa.

Estoy tan cansada que con tan solo pensar en la infinidad de tarea que tengo por hacer me hace soltar un quejido mientras paso las palmas de mis manos por la parte trasera de mi cuello, tengo demasiado estrés acumulado a tal grado de que la pequeña zona está tensa la gran parte del día.

¿Qué llevas puesto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora