Siento como me toma con fuerza y me recarga en una de las paredes de algún bar del cual no me molesto en reconocer, toma mi mentón y me besa con poder, sintiéndose poderoso, toma entre sus manos una de mis piernas y hace que lo rodee para así tomarme con facilidad y entra a lo que reconozco como una bodega, y es que ciertamente no me importa esto se siente jodidamente bien, su mano toma camino por mis bragas y con fuerza pasa sus dedos por arriba de estás diciendo con una voz ronca.
-¿Te gusta? -Asiento en señal de afirmación pero parece que el espera más que eso pues sigue -¿Te gusta? -Dice esto mientras introduce dos de sus dedos sin compasión y de mi garganta surge un gemido de placer mientras contesto.
-Mierda, si -El sigue cada vez más rápido hasta que de un momento a otro siento como sus dedos abandonan mi interior, antes de que pueda protestar me penetra sin compasión y comienzo a gemir en cada una de sus emboscadas, no se en que momento mi cuerpo y voz inconscientemente pide casi a gritos más, siento cada vez más como ese cúmulo de emociones me embriagan y cuando estoy apunto de llegar a mi tan deseado orgasmo habla y dice
-Mierda mePipipiiií, pii, piiiii… Pipipiiií, pii, piiiii…-despierto alarmada y una vez más, me doy cuenta que tan solo ha sido una mala jugarreta del sueño, me tiro hacia atrás y tomo mi almohada para ponerla sobre mi rostro obviamente enrojecido, gruño como protesta pues no quería despertar, estiro mi mano hasta alcanzar mi despertador y deshacerme de su molesto sonido, debo apresurarme pues... Necesito tomar un baño.
Después de tomar un baño y vestirme tomo mi mochila y guardo todo asegurándome de no dejar nada, salgo de mi habitación y camino hacia la cocina donde se encuentra mi madre buscando algo.
-Buenos días, saludo mientras tomo una manzana y me acerco a lavarla cuando veo de reojo en el reloj que descansa arriba del refrigerador y noto que ya es demasiado tarde, me despido de mi madre y corro lo más rápido que puedo, voy cruzando el umbral cuando la voz de mi progenitora me saca del trance.
-Alex no llevas zapatos -Apunta a mis pies obviamente descalzos y recuerdo que ayer dejé mis zapatos en la entrada, retrocedo algunos pasos y me calzo a la velocidad de la luz, una vez afuera corro como loca desquiciada hacía la parada de autobuses y de milagro alcanzo uno, le toco la puerta al conductor y este la abre, en cuanto subo encaneo buscando algún asiento disponible y por desgracia no encuentro ninguno.
Tras varias paradas y empujones de algunas señoras y sus niño logré bajar del autobús sana y salva, troto hasta la primera clase y entro segundo antes que el profesor.
No se ustedes, pero este año, tuve la fortuna de que porfin me tocará vivir lo que es tener un profesor guapo y joven, mi generación no se molestaron en ponerle un mejor apodo que "Ken" pero en fin, es muy atractivo y se nota, pues en cuanto entra al aula la mayoría de las chicas de la clase incluyendo a Hany, busco mi asiento y me dispongo a poner atención a la clase, y así con las siguientes, hasta que porfin llega la última, no se a que se deba, pero este día no me siento tan cansada.
-Tal vez sea porque tuviste un sueño erótico tempranero o la descarga de adrenalina al correr todo el día -Me contesta Hany, no supe cuando ni como pero si, volví a pensar en voz alta, y es que entre Hany y yo no hay secretos.
-Puedes ser un poco más obvia, solo te faltó gritarlo -Le digo mientras caminamos hasta el estacionamiento, una vez que caminamos hasta su carro me pregunta.
-¿Al menos estaba bien dotado o hasta la imaginación me defrauda? -Me dice mientras entra al carro y yo igual, sabía que se había tardado en preguntar eso.
-La verdad si estaba muy bien -Le digo mientras nos hechando a reír, somos interrumpidas por el sonido de mi teléfono y noto que es una llamada. -¿Aló? -Respondo, pues no reconozco el número y mucho menos lo tengo agendado.
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¿Qué llevas puesto?
Roman pour AdolescentsTan solo un día normal, el café ordinario, ropa casual y la resaca de un buen viernes, tantos recuerdos de la noche anterior me embriagan, su olor, su cuerpo, el como me hacia gritar... Nadie imaguinaba que una simple llamada podria cambiar tantas c...