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Nuevamente está sumergido en un profundo sueño hasta que sus ojos se abren de a poco, su ceño se arruga cuando no reconoce el techo y el colchón le parece demasiado incómodo.

—¿Ya estás despierto?

Observa al lugar de donde vino la voz, después tapando rápidamente su cabeza cuando encontró que Seokjin está sentado en el piso a unos cuantos metros de sí mismo con una pequeña mesa en frente pero sin tela alguna que cubriera su torso y pecho.
Suspira intentando calmar los frenéticos latidos de su corazon, sin embargo falla al recordar los marcados músculos del pecho contrario.

—¿Por qué estamos en un Hanok?

—Esta es mi casa, Yoonie. ¿Te gusta?

—¡¿Me dormí todo el camino hasta acá?! ¡Oh, no, lo siento mucho, sunbae!— Dice aún debajo de la manta que lo proteje de observar el cuerpo de Seokjin.

—No te disculpes, Yoon, fue lindo verte dormir.

En realidad, estaba algo temeroso de que el mayor estuviera molesto.

—Mañana veremos a mis padres. ¿Tienes hambre?

—En realidad no.

El castaño se pone de pie con cuidado para entonces dirigirse a las colchas en las que estaba recostado Yoongi. Se recuesta lentamente, aún cuando el pequeño cuerpo a su costado está intentando separarse tanto como sea posible hacerlo sin llamar tanto la atención.

—Entonces durmamos, Gigi.

¿Qué tan rara es la situación? Parecen una pareja recién casada y el menor no puede sentirse más asfixiado.

—¿Ya te crecieron los pechos?

Un sollozo ahogado sale de los labios de Yoongi cuando la cálida mano de Seokjin se posa en su pecho e inmediatamente sus estilizados dedos tienen la intención de desabrochar los botones de la camisa que lo cubre.

—E-Eh, no, aún no.— Su propia mano va hasta la de su sunbae, queriendo retirarla lentamente de la zona pero el otro no se lo permite y, en cambio, emplea más fuerza hasta que los botones terminan por desprenderse de la tela.

—¿Por qué te resistes?

—No quiero, sunbae...

—¿Por qué? Ahora eres mi prometido, ¿no?— Desliza la prenda y todo el torso del pálido queda expuesto, aunque este quiere cubrirse con sus delgados brazos a como de lugar.

—N-No... no m-me gusta...— Las lágrimas amenazan con salir de sus cristalizados ojos cuando, mediante forcejeos, Seokjin logra pellizcar uno de los rositas pezones contrarios, continuando hasta que Yoongi baja la guardia pero llora desconsoladamente.

—Maldita sea.— Chasquea la lengua con fuerza, rueda los ojos se da la vuelta en la colcha, el menor aún tiene el amargo sabor en la boca.

—Perdóname, sun...bae, pero no quería... esto.— Ahora se siente mal por haber despreciado a quien será su esposo y ya es padre de su hijo, pero estaba realmente asustado.

—Como sea, duérmete ya.

Y eso hizo, terminó dormido lo más pronto posible porque la respiración frenética del otro le advertía qué tan molesto estaba.

La vida de Yoongi // JinSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora