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—¿Y cómo has estado? ¿Alguien ya lo notó?

—Nadie, aún.— Hoseok se forzó a sonreír ante lo dicho por su amigo, estaban camino al hospital y podía darse cuenta de cuán decaído estaba Yoongi.

—Mira, después de esto, podrás alejarte para siempre de ese Sunbae, serás libre, Yoon.

—Sí, supongo.

Pero entonces, el enorme reloj de oro brilló en la delgada muñeca del más bajo, y Hoseok lo notó.

—¡¿Es ese un Day-Date?!— El pelirrojo apresa sin fuerza el antebrazo del pelinegro y este suspira con fuerza mientras niega.

—En realidad es un Cosmograph.

—¡¿Qué dices?!

Ambos entran al pulcro edificio, mujeres de blanco uniforme caminan apuradas por los pasillos y una de ellas se sitúa frente a ambos hombres.

—Buenas tardes, jóvenes.

—Hola, eh, tenemos una cita.— Hoseok es quien habla, Yoongi continúa con la cabeza gacha y al borde del llanto.— A nombre de Jung Hoseok, es para abortar.

La fémina asiente cuando confirma que la cita sí fue realizada y les indica amablemente que esperen en una sala con varias sillas para posteriormente dejarlos solos.

—¿Ya me vas a contar cómo fue que conseguiste un jodido reloj que cuesta lo que mi carrera?

—Sunbae me lo compró.

—Oh, dios. ¿Has estado reuniéndote con ese tipo? ¡Maldición, Yoongi!

—No puedo evitarlo, ha estado acosándome y–

El celular del pálido vibra en su mochila y este lo saca rápidamente, dudando en contestar cuando en la pantalla se lee claramente “Seokjin Sunbae”, mira a Hoseok y este niega con una severa expresión, su dedo tiembla y opta por rechazar la llamada.

—¿Lo ves? Me llama todo el tiempo.

—Entonces haz lo que acabas de hacer, no respondas nunca.

Una segunda, tercera y cuarta llamada, Yoongi decide responder a la décima, prometiéndole a su molesto amigo que será solo para pedirle que deje de llamarlo.

“¿Por qué no me respondes?”

—Sunbae, yo...

“¡¿Por qué no me respondes?”

Tiene que separar el celular de su oreja, los gritos de su mayor lo dejan aturdido y Hoseok no puede ni creerlo.

“¿Dónde estás?”

—En mi casa, le ayudo a mamá con algunas cosas.

“¿Estás seguro, Yoongi?”

—Sí, te veo después.

Traga saliva nervioso en cuanto termina la llamada y guarda su teléfono movil, algo le dice que todo va a salir mal pero decide ignorar tal sentimiento; pasan varios minutos y tiene que carraspear cuando ve a la misma enfermera que los recibió ir en su dirección.

—¡Min Yoongi!

Las tres personas en la sala enfocan su curiosa mirada a uno de los pasillos, Yoongi comienza a sudar frío cuando sus ojos chocan con los de Seokjin, que da pesados pasos hasta estar frente a él, Hoseok y la mujer sorprendida por la belleza del mayor.

—¿Por qué me mentiste?

—Sunbae, deberías dejar a Yoongi en paz.

—¿Tú quién eres, idiota?— El pelirrojo arrugó el entrecejo ante el insulto, dispuesto a pelear a mitad del hospital.

—Alto.

—¡Respóndeme, Yoongi! ¡¿Por qué demonios me mentiste?!

—No grites, sunbae, hablemos en otro sitio, ¿sí?

Decidieron ir a la cafetería más cercana. Bajo un incómodo silencio, Seokjin mira intensamente a Yoongi y Hoseok no puede dejar de maldecir al castaño en su mente. Los ojitos del pelinegro están cristalizados y no sabe ni qué observar.

—¿Estás enfermo? ¿Por qué estabas en un hospital?

—Quiero saber cómo es que sabías dónde estaba, sunbae.

—¡Respóndeme!

El pelinegro está a punto de llorar, los bonitos ojos de su mayor ya no tienen ese brillo que tanto le gusta, en su lugar parecen estar inyectados de rabia pura y el miedo se siembra en lo profundo de su corazón.

—¡Estoy embarazado, iba a abortar!

Hoseok suspira con fuerza cuando nota como todos a su alrededor están murmurando cosas terribles y los observan con sorpresa o burla. Seokjin, por su parte, ha quedado sin habla, su puño se aprieta en su muslo hasta que los nudillos le quedan completamente blancos.

—¿Es mío? ¿Es mi hijo?

—¡Por supuesto que lo es! ¿De quién más lo sería?— Es cuando se suelta a llorar con fuerza, todo su mundo está derrumbándose de a poco, ya no sabe qué hacer.

—¿Y decidiste abortarlo? ¿Sin siquiera decírmelo?

—Estaba desesperado...

Lágrimas y más lágrimas, el pelirrojo rueda los ojos cuando Seokjin apresa las delgadas manos de Yoongi entre las suyas.

—Tendremos al bebé, Yoonie, casémonos.

—¿Casarnos?

—¡¿Casarse?! Joder, Yoongi, estás en la universidad.

—¿Puedes callarte, imbécil? Esto no te incumbe.

—Me incumbe porque es mi amigo, sunbae.— Casi escupe la última palabra, quedando impregnada en ella de todo menos respeto.

Sin embargo, el castaño vuelve a mirar al pálido con ese carasterístico brillo de vuelta en sus ojos, a la par que frota su pulgar en el dorso de las manos ajenas.

—Está bien, casémonos, sunbae.

Todo era por su bebé, aceptaría casarse por su bebé.

La vida de Yoongi // JinSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora