Capítulo IV

10 2 1
                                    

(Una versión chafa del mapa del mundo, para ubicar maso menos donde está cada cosa :D)

Ejem ejem Ahora volviendo con AbigailElla al no querer sentirse humillada frente a sus amigos, pensó en ir a un lugar alejado donde casi nadie la conociera, entonces decidió ir al reino Echoc, el hogar de los sátiros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ejem ejem
Ahora volviendo con Abigail
Ella al no querer sentirse humillada frente a sus amigos, pensó en ir a un lugar alejado donde casi nadie la conociera, entonces decidió ir al reino Echoc, el hogar de los sátiros.
Aunque fuera un viaje largo, Abigail pensó que no sería difícil(obviamente se equivocó), así que se puso en marcha.
Se cambió las ropas y ahora llevaba una capa verde oscura, la cual tenía una capucha que le cubría la cara lo suficiente para que no se viera fácilmente su rostro pero ella aun podía ver por donde iba, un vestido blanco largo hasta un poco más bajo de las rodillas, con tirantes y bordados azul oscuro, unas botas negras que le llegaban hasta las rodillas, y al parecer en la bolsa que le dieron habían unas cuantas armas,(aunque ella no sabe cómo manejarlas)una daga y una espada adecuada para su tamaño, ambas las colocó en su cintura con un cinturón y lo ocultó con su capa. Abigail después de cambiarse compró alimentos con  el poco dinero que le habían dejado, pero en el proceso.

—Son 15 licas por todo—le dijo la vendedora a Abigail.

Pero ella al no haber manejado el dinero nunca antes directamente le dio la moneda más brillante y la vendedora puso los ojos como platos.

—Nonono con tres de estos es suficiente —dijo esto tomando tres monedas de cobre—Mira, las de cobre valen 5 licas, las de plata 50 licas y las de oro valen 100 licas—la vendedora iba mostrándole las monedas a Abigail para que entendiera—¿De acuerdo?.

—S-si, ya lo sabía, solo me despiste es todo—dijo Abigail totalmente ruborizada, se sentía torpe por no saber ni eso, tal vez tenía conocimiento sobre historia, geografía u otros ámbitos de estudio, pero no sabía lo que valía cada moneda.

La vendedora rió por lo bajo y se despidió de Abigail.

—Cuídese señorita—la vendedora movía la mano en gesto de despedida.

—Si claro—Abigail al alejarse se bajó la capucha y suspiró de alivio ya que no la habían reconocido, claro que ella se aseguró de ir comprar en las fronteras, cubrirse el rostro y hablar bajo para que no la reconocieran y parecía haber funcionado.

Abigail ya estaba lista para emprender el viaje y ya que para llegar al reino Echoc necesitaba un barco y para encontrar un barco tenía que ir al puerto. Y ahora cómo sabía cuánto valía cada moneda se percató de que en realidad no tenía tan pocas licas. Ella llevaba consigo 3 monedas de oro, 4 de plata y 10 de cobre, aún le parecía poco, así que le preocupaba el precio de un barco y de alguien que supiera manejarlo.

—Bueno primero busquemos un puerto—susurro para si, se puso de nuevo la capucha, se amarró su largo cabello con una trenza hacia atrás para ocultarlo lo más que se pudiera y se puso derecha—Demostrare que puedo vivir sin su ayuda—y comenzó a caminar.

La Princesa AbigailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora