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Los besos bajaron por su cuello, fue empujado hacia la pared de forma brusca que incluso sintió todo el aire de sus pulmones salir, para posteriormente ser atacado descaradamente en sus pezones por esos labios ahora ardientes. Definitivamente había una diferencia entre el pelinegro y el gemelo Miya que ahora intentaba arrasar con el cuerpo de Shoyo.
Esto había comenzado tiempo atrás, cuando Atsumu decidió confesarse a Hinata justo cuando ingresó a los Black Jackals. Atsumu lo había rodeado entre sus brazos y le susurró su confesión al oído. Hinata no supo cómo sus manos llegaron hasta aferrarse a la camisa del contrario, tampoco supo porqué en su mente no podía centrarse en la persona que se confesó hacia él, sino que intentaba poner un rostro borroso anhelando que le diga las mismas palabras. De esa forma solo atinó a asentir con su cabeza, y después de un par de minutos, se percató que salía con uno de los gemelos Miya.
Se podría decir que suena a un mal encuentro, pero esto le enseñó mucho a Hinata. Sobre cómo actúa uno cuando está enamorado, sobre la diferencia entre gustar de amistad y de romance, y de cómo hay diferentes formas de sentir placer, más allá de ganar un partido de volley.
Regresando a la actualidad, Atsumu se encontraba besando su vientre, lamiendo cada parte que tenía a su alcance y fue bajando muy lento para así maniobrar una felación acalorada. Hinata cubría su boca con su mano, se hallaban en los baños del gimnasio, minutos antes del partido contra los Schweiden, sería problemático si alguien los encontrase así.
-Puedo ver cuán emocionado está tu amigo de abajo... dime, ¿te prende que nos puedan encontrar? – Atsumu dejó su anterior labor para susurrarle al oído. Su mano hacía ahora lo que su boca no. Hinata ya no aguantaba, aunque las palabras del semirubio no eran tanto de su agrado, la fricción que tenía entre sus piernas era suficiente para que quiera venirse, lo cual hizo naturalmente.
-Hinata, saldré primero y avisaré que llegarás tarde. Hasta entonces puedes limpiarte, te cubriré así que apúrate- El mayor se despidió de Hinata con un beso en la frente. Para Shoyo tenía sentido que él hiciera eso, pero era inevitable recordar que una vez fue apreciado y limpiado por otra persona. ¿Qué hacía pensando en eso ahora? Debería estarse arreglando para encontrarse con su equipo.
Arregló su uniforme y limpió el sudor que tenía. Generalmente hacían de las suyas después de los partidos, pero Atsumu decía que estarían muy sudados para entonces y que sería más cansancio después. Hinata lo dejó ser, porque si estaba saliendo con él, significa que también debía darles lugar a sus deseos.
Eso pensaba mientras secaba sus manos y caminaba hacia la salida del baño. La puerta se abrió revelando la cara de quien pensó no ver hasta el partido. Kageyama Tobio, sosteniendo la puerta para él.

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