B

315 48 0
                                    

Kageyama sostenía la puerta. Desde su campo de vista tenía al sol de su vida mirándole con sorpresa.  ¿Qué podría hacer sino sentirse feliz de volver a verle? Así fue como en su emoción atinó a rodear con sus brazos el cuerpo de Hinata.

-Tiempo sin verte, Boke-. Estaba geniunamente feliz. El qué había pasado con Kageyama en el tiempo que se separaron no era un misterio. Estuvo muy concentrado en el volley y dando esfuerzos "sobrehumanos" según su hermana por mantener el equilibrio con los estudios.
Ya sabía que Hinata jugaba para la MSBY y pensar en que se enfrentaría a él lo emocionó mucho. Habría imaginado que si Hinata seguía siendo el mismo, tendría de esos desafortunados encuentros en el baño y quiso atinarle a la suerte. Que buen tino tiene este setter.

Hinata, de vuelta con los pies en la tierra, le devolvió el abrazo con completa felicidad.
-¿Yo? Que recuerde fuiste tú quien vivía bajo una roca jaja- Se mantuvieron así unos segundos más para luego desprender el abrazo sin disolver la sonrisa de sus rostros.
-Deberíamos volver, el partido comenzará dentro de poco-. El pelinegro se apartó del camimo permitiendo que el más bajo vaya primero. "Siempre tan amable" pensó Shoyo.
Pensamiento que fue acompañado por varias escenas obsenas de su tiempo en preparatoria. Tales como el roce de sus manos juntas y la susurrante voz de Kageyama mientras empujaban sus cuerpos dentro del armario que había en el Karasuno.
Hinata paró de golpe. Sentía sus mejillas enrojecidas.
-Oi boke, ¿porqué te detienes? Hay un partido por jugar. O finalmente te rindes y aceptarás tu derrota- Kageyama adelantó el paso dedicándole una última sonrisa retadora hasta volver a verse en la cancha.
Hinata lo supo entonces, su cabeza siempre llena de volleyball competía con Kageyama para ver quién dominaba sus pensamientos.
Su corazón dió un latido fuerte. Con esta nueva verdad revelada, avanzó a paso firme hacia la cancha. Tenía un partido que ganar.
Así comenzó el juego, después de saludarse no se perdieron de vista en todo el partido. Y Atsumu tampoco era ciego ante el asunto.

IrremplazableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora