V. Cielo

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—¿Sabes, Hermano Avión? —el viejo amigo haló una bocanada de aire—, no entiendo porque Liu MingYan, teniendo esa gran capacidad creativa, nos escribió a Luo BingHe y a mí, varios fanfics en exceso cuestionables; y a ti y a tu demonio celestial, ¡miel!

»¡¿De qué clase de privilegio de autor gozas, para que además se incluyera a sí misma como personaje de apoyo?! —bufó—. Al menos cumplió su objetivo de alterar un día en tu vida, una vez al año, sin que lo sintieras anormal, para que así estuvieras con tu esposo.

Dada la intensidad de la queja, Shang QingHua supo que, de no ser por la compostura a guardar en pro de la apariencia de Shen QingQiu, el Hermano Pepino Sin Igual habría dado un pistón al suelo y aventando el abanico en una rabieta.

El anterior Maestro de Cumbre Qing Jing apuntó las manos a la bóveda, concluyendo el medido exabrupto al pasar los dedos por el rostro. Recobró la compostura. Aclaró la garganta y reanudó su monologo:

—Tampoco entendía por qué el fanfic de Liu MingYan —se colocó en pie—, se torció en un drama donde tuviste que morir... por segunda vez... ¡O tercera!, ¿cómo se supone que se hace el conteo?

Golpeteó su sien con el abanico.

—No lo entendí hasta mi ascensión —giró—. Aquí, descubrí la verdad —en sus ojos oliva se reflejó la enorme esfera de luz flotando al final de las escalinatas, en cuyo interior yacía una silueta humana en posición fetal—... y el dónde estaba tu alma.

«Ah, ese soy yo», dedujo la deshilachada conciencia de Shang QingHua. El sinsentido de su disgregada mente esforzándose por hilvanarse en una madeja congruente, a partir de memorias sueltas y de ideas dispersas, desparramadas en un extenso periodo de adormecimiento.

—Sé que me escuchas, así que despierta, sólo tú puedes destruir la matriz con la que los dioses te retienen para drenar tu alma de creador de este mundo —abrió el abanico, colocándolo a la altura de su pecho—. ¿Cómo es conseguiste meterte en tantos problemas en tu propio libro?

«Me lo he preguntado todo el rato, Hermano Pepino.»

Una explosión en el exterior cimbró la cámara.

Shen QingQiu apretó el ceño.

—Tu esposo pelea contra dioses por salvarte.

«¿Mi esposo?», dentro de la esfera un pulso se alteró.

—Los dioses supieron de tu existencia cuando transmigraste de vuelta, te asesinaron en nuestro mundo, y obligaron a tu alma a venir aquí y te encerraron. Mientras, él se casi se volvió loco buscándote, ¡por más de 10,000 años!

Aturdido, en la esfera, Shang QingHua movió la cabeza.

—¿Él?

—MoBei-Jun.

Los hilos de su conciencia enloquecieron, atados a las letras que escuchó repetirse incansable a lo largo de distintas vidas, del relato, al sentir la energía espiritual combativa del demonio celestial retumbando en su propia alma como un alarido.

—¡MoBei-Jun! —urdidos en su voz, los hilos abarcaron en un segundo la línea de su vida, tejiendo la imagen correspondiente al nombre: ojos profundos como la noche, nariz recta y alta, lleno de un espíritu heroico, glacial e incomparablemente arrogante.

La cárcel esférica que lo aprisionaba palpitó haciendo temblar la estructura de la cámara, al aumentar la frecuencia de sus laditos, y estalló sobrecargada de su poder espiritual. Comprimido en un rayo de luz disparado al cielo, el espíritu hizo añicos el vitral de la bóveda.

Fanfic MoShangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora