Un viejo amigo se dispuso a contarle una historia, sentado a los pies de la escalinata dentro de la estancia de proporciones burdas. Tan amplia a los costados que no se veían las paredes, sólo una ciega cavernosidad repleta de enormes y preciosas columnas y contrafuertes, tallados con grecas y adornados de piedras preciosas, sosteniendo un techo abovedado tan alto que los vitrales de la cúpula no capturaban la suficiente luz, del cielo despejado, para incidir en las sombras de su interior.
—¿Debería empezar por el inicio? —lo vio por encima del hombro y negó—, sería un desperdicio contarte lo que conoces, ¿cierto? No soy bueno en esto —masajeó su sien—, y no debería ser yo quien lo hiciera, ¡¿por qué acepté hacerlo?!, ¿aún podré cambiar de lugar...?! —en la desviación de su mini drama hizo el amago de irse.
Una ventisca helada, proveniente de la entrada oculta en la oscuridad, lo devolvió a su sitio.
—No, ya no.
Sacó un abanico plegado, tocando con el ribete su mentón.
—Bien, bien, ¡no me culpes si no funciona! —azotó los fuetes y varillas en la palma al levantarse—. Haré mi mejor esfuerzo —lo señaló—, ¿entendiste?
Aclaró la garganta, caminando de un lado a otro, la espalda recta, retomando una apariencia solemne y distante, un brazo detrás.
—¿Por dónde iniciar?
Le reverberación de la pregunta convertida en reflexión se extendió en la soledad envolviendo a los viejos amigos, diluyéndose en la línea cóncava naciendo en los labios del visitante, al hallar la punta del embrollo:
—Sí. Ese es el comienzo —cerró los parpados y relató con calma, en la urgencia de su situación actual, el cómo el rojo de una escena, el crujir de las hojas de otoño, la sonrisa de unos novios, lo efímero de la vida y los designios del cielo, confluyeron en el montaje de su presente.
* * *
Había una vez, porque así inician las historias que vale la pena recordar o las que recordamos, aunque no valgan la pena ser recordadas, un escritor que asistió a una presentación en vivo de un grupo más o menos famoso, en una cabaña-bar más o menos importante, a la orilla de la playa en una ciudad más o menos grande. Los nombres perdidos en la mente de quien narra y de quien oye.
Escritor. Si bien la principal fuente de ingresos de la imitación de ser humano oculta en una esquina, provenía de novelas de tramas cuestionables en su desarrollo y complacientes a su público, evolucionado de un escritor del género harem al danmei; repensada la etiqueta, era más adecuado llamarlo: otaku ermitaño (virgen) pasadito de sus veintitantos y veintialgo. Una persona gustosa de emplear el día consumiendo fantasía igual de cuestionable y complaciente, encerrado en su apartamento.
Encorvado sobre el agua mineral, de un blanco insano, delgado en las extremidades, pancita acusando una alimentación a base del refrigerador repleto de bebidas energéticas y la alacena atiborrada de sopas instantáneas, su presencia era ignorada por la luz de los estrobos, desencajando del glamuroso cuadro de pieles bronceadas, cuerpos cuidados y ropa coordinada, de los hombres y mujeres a su alrededor. Los brincoteos de la multitud succionaban su de por sí escasa energía, y los colores neón y la estrambótica música, la intensidad de los beats del drum'n'bass, le aplastaban las neuronas en cada nota.
La duda: «¿Qué rayos hago ahí?»
La respuesta le llegó al bolsillo de los pantalones cortos, de los que sobresalían unas piernas flacas y lívidas de pollo: "Envía foto. Prometiste quedarte una hora".
«Ah, cierto, lo prometí...», ¡la iluminación divina al qué!
Golpeó su cara en la mesita redonda.

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Fanfic MoShang
FanfictionA las seis de la mañana, puntual, como siempre, el primero en irse fue Shang QingHua... Fandom: The Scum Villain's Self-Saving System / Scumbag System Ship: MoShang / Género: BL Respuesta al primer reto del grupo de Facebook de Scumbag System.