D O S

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Sigo a Levi y a Petra por campo en dirección a los nuevos, hay una mujer con anteojos hablando con algunos de ellos. Las facciones se han más visibles y notorias conforme nos vamos acercando, pero hay dos posturas que conozco demasiado bien. Tan bien que solo me hace falta ver la anchura de su espalda para reconocer a Braun y a Hoover su altura. 

Hoover es quien se da cuenta que estoy ahí, se lo susurra a Reiner, que todos los reclutas me miren les ayuda a disimular. Los dos están a un metro de distancia, me quedo parada mientras que Levi y Petra se reúnen con la mujer de anteojos. 

-Me pregunto por qué Annie habrá escogido la Policía - dice Reiner. 

Sonrío por dentro al comprender el plan. 

-Me pregunto por qué nosotros no lo hicimos - le responde Bertholdt  -. Estará en la capital, sin arriesgar su vida afuera de los muros. Además, dijo que tenía que verse con una vieja amiga.

-¿Si quiera sabe dónde vive? No la ha visto en años. 

-Sabe donde trabaja. 

-Bueno, reclutas - todos miramos a Levi, la mayoría es más alto que él, pero su voz, su postura, su mirada, dejan en claro quien es el que manda -. Me iré por unas horas, Petra Ral y Hange Zoe se encargarán de iniciarlos y explicarles nuestro estilo de vida. Sean buenos niños y obedezcan.

Miro de reojo y veo a Reiner y Bertholdt ir con otros tres chicos, uno rubio con el cabello a la altura de la barbilla y ojos azules, tiene rasgos afeminados, una chica asiática, con cabello y ojos negros, y por último, un chico de ojos grises como las nubes tormentosas en una mirada determinada y cabello corto, negro como el carbón. 

-Tú - miro en dirección a la voz, es Levi -. Andando. 

Suspiro y empiezo a caminar. 


La vida nocturna en la Ciudad Subterránea es agitada, sucia y tensa. Los nobles bajan como si fueran dioses, bendicen los negocios con sus presencia, les pagan a las prostitutas para que les hagan creer que en verdad son deidades. Llevan a cabo sus tratos con un trago en la mano, el dinero en la otra y una mujer sentada en su regazo. 

Cuando vendo el armamento, también lo hago de noche, es más fácil. Hay tanto movimiento que es difícil rastrearlo, un hombre puede comprármelo y al minuto alguien más ya se lo compró. 

Levi y yo caminamos por las calles, el olor a alcohol, vomito y aceite flota a nuestro alrededor. Tenemos que apartar a algunos borrachos de nuestro camino. No estaríamos pasando por esto si me hubieran dado un equipo, pero no, creían que lo usaría para irme volando como si Levi no fuera capaz de detenerme. 

Tal vez por eso no me lo dieron, él es tan capaz que podría derribarme como la primera vez y en verdad hacerme daño. 

Damos vuelta a la derecha, inhalo el olor a pan recién horneado. Ya casi llegamos. A nuestro alrededor, mujeres llevan hombres al burdel, casi parece que llevo a Levi conmigo. Miro sobre mi hombro, Levi me mira a los ojos, señalo la puerta trasera y asiente. Ambos caminamos y el olor a pan se hace más intenso. 

Levi abre la puerta por mí y me deja pasar, y pensar que hace un momento me había empujado al suelo. Entro a la cocina y Levi detrás de mí, caminamos por el pasillo y cuando aparecemos el lugar se queda en silencio. La cocinera, Jane, y sus ayudantes nos miran sorprendidas. 

-Levi - dice Jane llevándose una mano en el pecho. 

Miro a mi lado, confundida. ¿De dónde lo conoce? Levi no me ve, deja los ojos clavados en Jane. 

-Hola, Jane - habla al fin -. Han pasado años - entonces me mira -. ¿Qué tienes que hacer? 

-Sígueme - digo en voz baja. Miro a Jane -. ¿Pueden subirme la cena? Le daré una vuelta a las trillizas. 

Lealtades. (Levi AckermanxOC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora