Rogaría porque fuese miles de veces más...

423 28 2
                                    

El deseoso baño finalizo, y aunque se trataba de relajarme, de alguna u otra forma lo había realizado, ahora sí, deje caer el agua por nuestros cuerpos para que se llevara rastros de aquel pasional momento.

De repente, el toque en la puerta se presentó, confundida regrese a mirar a Christopher, que justamente estaba colocándose sus perfectos lizos pantalones. —¿Pediste algo...? —él me miro para negar con lentitud.

—No, en lo absoluto, ¿Por qué? —levanto la vista para mirarme con detenimiento y me encontré con una notable confusión, ahora yo negué.

—Olvídalo—dije en un murmullo—veré quien está tocando la puerta...

Fue lo último que dije antes de desaparecer por aquel cuarto, completamente cubierta por una sola bata de baño, ajuste el nudo que permitía que este no se abriera por completo y camine, sin esperar un toque más, abrí la puerta. Del otro lado del marco, vi un chico.

Por la pequeña placa metálica que portaba su nombre distinguí como se llamaba, Thom J. Su playera negra con un pequeño logo de una estrella fugaz me hizo saber y tener en cuenta que era alguien del personal que laboraba en el hotel.

Sus ojos se anclaron en los míos y su vista bajo a la pequeña maleta que traía consigo para después volver a mirarme.

—¿Jennie? —cuestiono mirando el nombre en la pequeña tabla. —¿Jennie Johnson?

—Eh, ¿Sí...? —respondí lentamente.

—Hoy por la mañana llego este pequeño maletín a recepción, por lo que dijeron es que venía por parte de Oriana C. Y, nos dio por indicación que es para usted... —informo y un suspiro salió de mis labios sin poder evitarlo.

Bendita seas, Oriana.

—Oriana no se olvidó—respondí en mi mente.

—Oh de acuerdo, muchas gracias. —agradecí, su mano se extendió y tras hacerlo coloco la pequeña maleta cerca de mis pies, y agradeció mentalmente que me hicieran dicho.

Inmediatamente bajo la pastosa situación mire aquella peculiar maleta que tenia idea de su existencia, aquella maleta que había comprado justo cuando mi trabajo me permitió viajar a España, por acompañar a mi jefe en una junta de trabajo, esa maleta que había sido comprada por que solo nos quedaríamos dos días y no necesitaba la espaciosa que, para ser sincera, yo ya tenía.

—Solo una última cosa, firme aquí, por favor... —pidió tras extenderme aquella hoja blanca en la palma de mi mano, y la tome sobre mis manos.

Trazando con delicadeza mi firma, deje que la tinta manchase aquella hoja blanca, con una sonrisa amable se la entregue de nueva cuenta.

—Gracias. —me ofrece una sonrisa—espero que tenga un buen día, señorita Johnson. —menciona—¿Por cierto, no necesita algo más...? —cuestiona y niego lentamente en automático.

—Nada, pero gracias por preguntar—respondí con cortesía. El sonido de algo caerse resonó por todo el departamento y los ojos verdes del hombre no tardaron en intentar colarse dentro del departamento, y fue muy curioso.

—¿Estas con alguien? —cuestiono mordaz, y yo me quede perpleja, ¿a qué venía eso?

—¿Qué? —respondí confusa.

—¿Qué si estas con alguien? —replica de nueva cuenta, y mi cara forma diversas muecas completamente confundida.

Su vista decae en el nudo que sostiene mi bata, y se queda unos momentos estudiándome por completo, pero la mirada de mí no se aparta, solo cruzo mis manos por la incomodidad que comienzo a sentir.

Tercera noche (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora