Después del amanecer

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Los rayos del sol entraban un poco por la ventana, mis ojos picaron por aquel destello de luz así que abrí los ojos con lentitud y lo vi.

No había sido un juego, había sido un hecho que habíamos follado.

Él dormía tranquilamente mientras que veía su brazo reposar sobre mi cuerpo, abrazándome a él y a su cálido cuerpo, sonreí sin evitarlo al recordar la noche anterior, el recordar como sus manos se perdían por todo mi cuerpo, sin duda era una de las mejores noches de mi vida y creo que nada se le podía igualar.

Pero seguía siendo un desconocido.

Una de las miles preguntas que me invadido fue el hecho de seguir... ¿Qué pasaría después de esto?

No pensaba que pasara mucho, sabía que solo debía disfrutar el momento, pero aun sentía aquella sensación rara de estar con alguien quien desconozco.

No lo conocía más allá de su nombre y apellido, mucho menos sabia que edad tendría.

Pero no me importaba mucho, los dos ya éramos bastante grandes —por lo que se veía y considerando su forma de actuar y pensar—para estar haciéndonos líos.

Su cabello se encontraba levemente despeinado, pero esto parecía hacerlo verlo mas bien, intentando ser lo mas sigilosa posible alzo su mano con delicadeza y lo hago rodear una almohada, remplazando mi cuerpo con ella. Me levanto con lentitud y me coloco la camiseta de que él que yacía en el piso, localizo mis bragas y me las coloco para no estar del todo expuesta.

Salgo completamente de la habitación, algo desorientada comienzo a explorar cada parte del departamento.

Si me iba a quedar tres días debía por lo menos saber dónde estaba, ¿no?

Mi mirada se va hacia aquel taburete que deja a la vista de la sala una cocina y sin pensarlo dos veces camino hacia aquella puerta de mármol, lo primero que noto es como si alguien viviese aquí desde hace tiempo, hay una gran variedad de cosas en la lacena y la idea que sea el departamento que renta Christopher llega a mí, pero lo ignoro.

Por suerte veo una pila ingredientes disponibles, y tomo lo que siento que utilizare. Decido por comenzar a hacer un pequeño desayuno, no es que fuese hacer la gran cosa como aquellos libros en donde describen un almuerzo enorme, pero si algo que dijese que podría llenar nuestros estómagos, porque si, haría desayuno para los dos, aunque no pretendía que se quedase si no quisiera hacerlo.

Sumida en mis pensamientos, apenas soy capaz de notar unas manos posarse detrás de mí, e inevitablemente mi cuerpo se estremece ante el tacto, y doy un pequeño brinco que me hace quedar en el lugar que estoy.

—Te queda jodidamente perfecto mi camisa. —susurra con voz sumamente ronca y sé que apenas se ha despertado, puesto que aun suena adormilado, siento su aliento golpear contra mi oreja—. Pensé que te habías marchado ya... desperté y no te vi a mi lado, dulzura...

—¿Pensabas que te dejaría? Dios, se que posiblemente no fue la mejor manera de conocerse, pero sin duda no me iría... —anuncié y él se rio.

—Dios, huele riquísimo... ¿qué cocinas? —preguntó, pude sentir como aspiro cerca de mi cuello y me removí, me removí porque el más mínimo detalle que hiciera este hombre mi cuerpo parecía reaccionar.

—Bueno, hice lo que pude con las pocas cosas que habían, aunque no entiendo porque hay ingredientes si esto es un jodido departamento de renta... —termine mientras fruncia el ceño, y otra vez, escuche la melodiosa voz de su risa.

Sus manos me tomaron de las caderas y tras sentir su toque, me giré, me giré para poder verlo y mirar aun mas de cerca sus facciones, pude darme cuenta como su cabello estaba levemente alborotado, pero esto solo lo hacia ver mas condenadamente bien.

Su aliento choco con el mío, por una de los miles de veces más.

—Muero por probarlo, dulzura. —murmuró cerca de mis labios y el beso tan esperado no llega, no llega por la simple razón que me he alejado antes de que sus labios presionarán con los míos, su rostro es un completo poema confuso. —¿Qué pasa nena? —cuestiona y niego, escondo mi rostro en su pecho y sus manos me rodean.

—Nada, Christopher...

—¿Nada? Pero, ¿Por qué no me dejas besarte, muñeca? Dios, quiero volver a sentir tus labios ahora mismo...

—Creo que no se va a poder—murmuro y suelto una pequeña risa nerviosa— porque... ay dios, que vergüenza, no me he cepillado los dientes y el aliento mañanero no es algo que me guste demasiado... —admito en voz baja.

—Mierda Jennie, pensé que era algo mas jodidamente serio, en verdad ya me estabas preocupando... —suelta, y el aire que contiene sus pulmones sale con un suspiro—olvida eso, ven... y dame un beso. —de sus labios tira un piquito mu chistoso, y sonrió, sonrió porque se que me ha convencido y solo llevo mis manos detrás de su nuca, lo atraigo a mí, pegando así sus labios con los míos, y sintiendo su calidez en mi boca me dejo llevar por aquel beso deseoso.

Y apenas soy consciente que se encuentra en tan solo un bóxer negro, que su torso esta pegado a mi cuerpo, y su maldito torso esta al aire.

Puedo sentir el toque ardiente que trasciende de su cuerpo, y como esta calidez traspasa la camisa que traigo puesta, dejándome complemente cálida, no sé en qué momento la temperatura comenzó por elevarse, o tal vez eran nuestros cuerpos entrando en un absoluto calor, que me hace jadear y cuando sé que esto posiblemente se me estaba yendo de las manos, lo detengo, lo detengo porque quiero tener algo en mi estómago, y no precisamente hablo de su miembro en mi interior.

—Christopher... para. —llego a pronunciar, mi voz sale completamente en un hilo de voz entrecortado.

—Jennie...

—¿Podemos dejar esto para más tarde...? —pregunte— ¿Sí? Porque te juro que si seguimos haremos de todo, menos comer el almuerzo que he preparado, y verdaderamente yo si tengo hambre... —le hago saber y una sonrisa abarca sus labios.

—Oh nena, eso es lo que deseo en este momento, que hagamos de todo menos comer...

—Christopher, verdaderamente tengo hambre... y me esforcé haciendo nuestro desayuno.

—Y yo también, así que ni dudes que comeré de lo que tengo ganas en este momento, y es de ti, dulzura.

—Vamos a desayunar Chris. —repetí y un puchero cruzo por mis labios.

—Es la primera vez que me llamas así. —me miro sonriente.

—¿Así como? —inquirí.

—Así disminuyendo mi nombre, es lindo... —admitió, sentí mis mejillas enrojecerse.

—Es más corto y práctico que estar llamándote por tu nombre completo—me encogí de hombros y el carcajeo.

—Me encanta como suena de ti. —menciona y no puedo evitar sentir como el sonrojo abarca todo mi rostro.

—Comamos... —anuncie, tras pegar por ultima vez sus labios con los míos, cada quien toma asiento sobre el taburete que divide la cocina, ansiosa veo como el tenedor se pierde en sus labios, un gesto aparece en su cara al degustar una pequeña porción de dicha comida y espero ansiosa algo de su parte.

—¡Dios, Jen! ¡esto está completamente buenísimo! —alaga efusivamente, se queda pensante unos segundos y una confusión abarca mi rostro y lo miro directamente—Te puedo llamar así, ¿verdad?

Asentí. —tu puedes llamarme como quieras, Chris.

—Dios, me alegra oír eso, dulzura...

...

Tercera noche (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora