La perdida es parte de la vida

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—Mira...

—Soy Jennie—le sonreí cálidamente y él también me sonrió de la misma manera

—Joven Jennie, la perdida es parte de la vida, pero sobre todo es parte para el aprendizaje... —Dijo mientras conducía ahora por las oscuras calles. —Te ayuda a tomar mejores decisiones en la vida, o pierdes algunas cosas innecesarias o te pierdes a ti misma. El camino de la vida es complicado, pero no inalcanzable, habrá piedras, lluvia, caminos largos, decisiones difíciles, pero si te mantienes fuerte lo superarás... todos hemos pasado por aquella etapa de la vida, pero recuerda algo Jennie—hablo con la vista en la calle, veía como en el retrovisor me miraba de reojo.

—¿Qué cosa? —pregunte intrigada, el hombre parecía saber mucho de esto.

—Si la vida no te da lo que tu esperabas, recuerda que el mejor regalo de la vida, es la misma vida. Lo más valioso eres tú mismo, no importa si no tienes a los demás, si te tienes a ti mismo es más que suficiente. —De repente se paró justo en mi edificio. —Llegamos.

—Muchas gracias por todo, fue un gusto platicar con usted señor... —Dije con sinceridad.

—No hay de que niña, que tenga una linda noche—De despidió con una cálida sonrisa, le entregue el dinero y baje del taxi.

Suspire con lentitud y entre al edificio en que vivía, una cálida aura emanaba este edificio, lo primero que observo es a Sophie, la recepcionista.

—Buenas noches Jennie. —Me saludo.

—Buenas noches So, que tengas una linda noche... —Murmure.

—Igual tu. —Respondió, sin más camine hasta aquel cubo metálico, toque el número 10. Sentí descender su altura, mire mi reloj y suspire, 8:00 p.m.

Cuando este se detuvo salí y caminé ahora hasta mi puerta, al estar enfrente la abrí y entre.

Hogar dulce hogar.

Vivía sola, mis padres vivían a la otra mitad de la cuidad. Ellos tenían su propia casa y yo la mía, deje caer mi cuerpo al gran sofá, y suspire de nueva cuenta. Era lo único que podía hacer para poder escapar el aire que había acumulado, mi vista bajo al centro de mesa en donde había un marco con una pequeña fotografía, sin querer, más lágrimas de nueva cuenta comenzaron a caer por mis ojos, sin perder el tiempo me las limpie con brusquedad y camine directo hacia mi cama, para poder conciliar el sueño.

Y al tocar la cama, mágicamente lo había conseguido. Mis ojos pesaron y ya no supe más de nada ni de nadie.

...

—¡Vamos Jennie, Tienes que salir de casa! ¡Llevas una semana llorando por él! ¡Ni siquiera al trabajo has ido! —Exclamó enojada Oriana.

—No he estado llorando por él, solo ya no tengo ganas de salir...—Respondo mientras me arropo puedo sentir como jala completamente la cobija que tenía tapada.

—Entonces sal, diviértete, eres joven...

—Hablas como si tu fueras una anciana. Oriana. —Murmure tras una risa. —Solo me llevas dos años...

—Da igual Jen, eres alguien joven debes salir disfrutar tu vida al máximo...

—¿Así como tú lo haces? —Arquee una ceja y ella se sonrojo.

—Solo si tú lo quieres, mi vida sexual es activa porque me gusta...—Respondió sin pelos en la lengua y solo la mire. —Volviendo al tema, debes salir...

—No tengo ánimos para salir Oriana...—Dije algo desanimada.

—No me importa, Jennie. —Escupió en un tono autoritario. —Ahora mismo te vas a arreglar, te vas a dar un baño, te pondrás un vestido y saldrás de este puto departamento—Dijo molesta.

—No lo hare... —Murmure desafiándola.

—No me importa lo que digas, te arreglas, te subes a tu auto y nos vamos a la cuidad en donde te pagué tres noches y...—La interrumpí.

—¿Qué? ¡¿Qué tu hiciste qué?!—Grite, ella me miro y una sonrisa maliciosa se plantó en sus labios.

—Jennie, tenía que hacerlo estabas todo el tiempo en tu departamento—Suspiro. —No lo quiero mencionar, pero desde que terminaste con Jean, solo te centras en el trabajo y está bien, pero debes vivir, salir, conocer más personas, hay chicos más guapos y posiblemente más calientes.

—¡Oriana! —Dije con las mejillas rojas.

—¿Qué...? ¡Es la verdad! —Dijo graciosa. —He visto chicos que están ¡Uff! —Se mordió su labio y reí, agito su cabeza intentado olvidarlo y me miro de nueva cuenta—que quisieran estar contigo, pero ese no es del todo el punto, el punto es que salgas, y si iras. El día de hoy tomaremos este día como un pequeño cambio de look. —Anuncio y la mire algo asustada. —No te preocupes, déjelo todo en mis manos...

—Oriana... si me dices eso, menos confiare en ti. —Dije algo preocupada.

—Anda Jen, colócate algo cómodo porque hoy es día de chicas. —Aplaudió entusiasmada.

...

—El cabello corto te hace ver espectacular, ahora vamos por la ropa, unos tacones altos y un vestido corto pegadísimo para mostrar tus curvas... —Indico y suspire, no sé cómo me convenció.

...

Todo el día nos la habíamos pasado de tienda en tienda, en mis manos cargaba un montón de bolsas, cada uno con un atuendo diferente.

—Vamos Oriana, ya me duele los pies. —Me quejé.

—De acuerdo. —Murmuro y salimos del ultimo local, mire mi reloj y este marcaba a las 6:00 de la tarde.

Jadee sorprendida, el tiempo había pasado con rapidez. Oriana saco su teléfono y tecleo unas cosas, al pasar el tiempo y paradas en la vereda un auto negro se estaciona justo enfrente de nosotros y de él baja Erick, su novio.

—Hola mi amor. —Dijo la voz melosa de ella, Erick la miro y se acercó a sus labios para comenzar a besarla, aparte mi mirada de ellos dos para darle su espacio y la baje.

La alcé nuevamente y ahora solo se separaron, la vista de Erick se dirigió a la mía y me ofreció una cálida sonrisa que le devolví también.

El camino a casa fue silencioso de mi parte, al bajar a mi edificio, Oriana también bajo, confundida la mire.

—Oh no cariño, no me he olvidado de eso, tenemos tiempo. —Dijo y me agarro de la mano. —Te veo más tarde Er—se despidió y me quede estática. —Anda camina, Houston te espera.

—¿Qué...? —Balbuceé confundida.

—Es hoy Jennie, los tres días corren a partir de esta noche...

—No me dijiste que sería hoy...—Murmure confundida.

—Si lo dije, por algo el look de hoy. —Dijo rodando sus ojos

—No quiero ir, y no iré...—Respondí firme y decidida

—No es pregunta Jennie y ya te lo dije. —Suspire frustrada, a veces el comportamiento autoritario de Oriana era una cosa que menos estaba a mi favor, solía no rendirse hasta no escuchar algo que le agradara.

—Ya te dije que no iré, y no, es no—hable segura de mí misma, ella me miro con una ceja arqueada mientras se cruzaba de brazos, su sonrisa se extendió y la mire con detenimiento.

Tercera noche (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora