Roberto
—Tenga cuidado, señor Roberto —dijo con sarcasmo— los psicólogos aseguran que detrás de un homofóbico, se esconde un homosexual reprimido.
Esperaba que todo haya sido solo una estúpida ilusión, pero para mí infinita desgracia no fue así. ¿Gay reprimido? ¿Es una maldita broma acaso? Llegó en un momento en que estaba totalmente ido del planeta, simplemente actuaba por mera inercia. ¿Sentía la garganta seca? Caminaba hasta la cocina a tomar agua. ¿Sonaba el teléfono? Lo descolgaba y cerraba automáticamente, no estaba para nadie en absoluto. ¿Tocaron la puerta? Abrí sin más nada en mente que Melanie regresando de sus compras.
Jamás habría imaginado que sería ese quien llamara a la puerta, de lo contrario podría echar raíces allí mismo. Y de no ser por mi letargo momentáneo, lo habría echado de mi casa como el perro que es, a patadas. Sin embargo, no pude evitar que me arrollara con... todo aquello. Me decía a mí mismo una y otra vez que no eran más que palabrerías, que nada de lo que saliera de su asquerosa boca era mínimamente cierto y mucho menos tenía sentido. No es más que un enfermo sexual, ¿Qué más podía esperar?
Y a pesar de eso, me dejó más consternado de lo que creía posible.
Martín estaba bien, esta era solo una rabieta por no permitir que hiciera de las suyas con ese bastardo, el tal Ernesto. Era cuestión de tiempo para que se le pasara, olvidara ese capricho y se convirtiera nuevamente en un hombre hecho y derecho. ¿Qué tanto podía pasar?
«Martín tiene depresión por su culpa, ha bajado de peso, no duerme ni come bien. Su salud se está viendo afectada, comprende eso, ¿cierto?»
—Mentira... —susurré para mí mismo— él está perfectamente bien.
«... espero recuerde todo esto, todo lo que le dijo ese día, todo lo que ha pasado en este tiempo para que cuando Martín entre por esa puerta al llegar de la universidad, vea en su semblante el efecto que tuvo cada golpe que le dio...»
—Basura... solo fue basura... —murmuraba desesperado.
Cada una de sus malditas palabras resonaba en mi cabeza, como si aún estuviese allí mismo susurrándolas en mi oído. Me sentía mareado, como si estuviese en medio de una borrachera o una pesadilla demasiado real.
—¿Roberto? —dijo Melanie, entrando con varias bolsas en sus manos— ¿Estás bien?
Su expresión era de suma preocupación, por lo que se marcaban algunas líneas en sus ojos y su frente se arrugaba. Se veía un poco desmejorada, como si no hubiese dormido lo suficiente; las ojeras resaltaban aún bajo las capas de maquillaje. «Su rechazo solo ha causado un daño grande en su corazón, y no solo a él, también a su esposa, alguien que no tiene la culpa de nada» había dicho, y la rabia volvió a mí.
—Déjame ayudarte con eso —dije.
Traté de recobrar la postura, y simplemente me levanté del sofá para acercarme a ella, aquellas bolsas se veían muy pesadas.
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✅2. Yo, Soy Tuyo (Bilogía Mío)
RomanceLa historia de Ernesto y Martín aún no termina, todo lo contrario, apenas está empezando. Los verdaderos obstáculos están por llegar a sus vidas, problemas que pondrán en la cuerda floja su relación. Porque, aunque todo parezco color de rosa, manten...