10. ¿Aún hay tiempo de arreglarlo?

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Roberto

—¿A dónde vamos exactamente? —indagué extrañado.

—No lo sé —se limitó a decir.

—Pero dijiste que...

—Ellos necesitan hablar, para eso trajiste a Ernesto, ¿No? —interrumpió— necesitan estar solos, además, puede que con nosotros se sientan incomodos.

—Ok —suspiré.

Subimos al auto y marchamos sin saber a dónde ir, solo conducía sin parar mirando las calles que pasábamos y establecimientos como posible parada. El silencio se había materializado entre nosotros, como una enorme pared que nos separaba cada vez más.

—¿En qué piensas? —pregunté, mirándola de reojo.

—Nada —dijo a secas.

—¿Y qué opinas sobre... bueno —titubeé, extrañamente me sentía nervioso— el haber llevado a Ernesto a casa?

—Es un buen inicio, supongo —se encogió de hombros— tal vez logre algo.

No me miraba, respondía todo con frases cortas y sin mucha convicción. Estaba aún distante pese a lo que ya habíamos hablado, a los avances que he tenido con Martín y con el mismo Ernesto. Se que no es lo mismo, pero todo empezó por ese problema y creía qué al intentar solucionarlo, podría arreglar nuestra relación. Pero por lo visto, no van tan de la mano como pensé.

—¿A dónde quieres ir? —insistí, tratando de sacar conversación.

—¿Puedes dejarme en casa de mis padres? —dijo.

—Claro —acepté.

Nos mantuvimos en silencio el resto del viaje, ella mirando una revista sacado de su bolso y yo con la mirada fija en las calles. De vez en cuando me distraía viendo su perfil, seguía siendo la misma mujer hermosa de la que me enamoré, llena de carisma y buena voluntad. Y esa era una de las cosas que más lamentaba, porque desde lo ocurrido ese día no he vuelto a verla sonreír siquiera.

Faltaban solo dos calles para llegar a nuestro destino, empezó a empacar las cosas que había sacado de su bolso y arreglarse el cabello que la brisa desordenó.

—Yo regresaré más tarde en autobús —dijo— no te preocupes por mí.

—Melanie... —dije casi en susurros para luego carraspear— ¿Puedo quedarme?

Se sorprendió por un segundo, pensándolo más de lo que creí posible.

—Si quieres —dijo por fin, encogiéndose de hombros.

Aparqué el auto cuidadosamente, viendo como ella se alejaba de mí sin mirar atrás. La angustia empezaba a consumirme, mi matrimonio estaba colgando de un hilo bastante delgado y no sabía que más hacer. Después de verla sonreír al salir de la habitación de Martín, creí que tendría una oportunidad de remediar las cosas con ella, aun así, no dábamos para mantener una conversación duradera. Y eso me aterraba.

Entré tras ella, saludando a mis suegros como si nada fuera de lo normal estuviese pasando. Eran tan solo la 1 de la tarde, por lo que habíamos llegado justo en el momento del almuerzo. Sin poder rechazar la oferta, nos sentamos a la meza para comer, no sin antes agradecer por los alimentos.

Mientras mi suegra recitaba sus oraciones, en mi interior rogaba a quien sea que me escuchara por una oportunidad. Una sola posibilidad de reivindicarme con Martín, una sola para arreglar mi relación con Melanie, solo una para no perder a mi familia. No pido nada más.

✅2. Yo, Soy Tuyo (Bilogía Mío)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora