8.Yo, soy tuyo

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Martín

No lo esperaba. No lo creía. No lo quería.

¿De verdad esto acaba de suceder o solo fue una pesadilla más? No sabía que era peor, si desear que aquella disculpa haya sido real o que en mi interior no creía ni media palabra de lo que dijo. Quería hacerlo, pero el miedo seguía allí latente. ¿Qué esperaba? Después de aquel día nada iba a ser como antes, por más que se disculpara.

De todas formas, no podía evitar pensar en ello, me desesperaba el solo imaginar que tal vez sea alguna trampa. Si, estaba en extremo paranoico y solo por eso no bajaría la guardia, no le daría el gusto de seguir arruinando mi vida. Las cosas seguirían como iban, completa indiferencia por mi parte y mantener a Ernesto lejos de todo este embrollo. No quería que se involucrara en esto, y mucho menos que se acercara a él nuevamente.

—Martin... —llamó mamá asomándose por mi puerta— ¿Puedo pasar?

—Claro.

Entró y se sentó a mi lado en la cama. Se notaba que había estado llorando, pero preferí no indagar en ello sospechando la razón.

—Sé que puede ser algo... —dijo pensativa— sospechoso, pero creo que hay que darle el beneficio de la duda.

—Pero...

—Tampoco estoy del todo segura si es completamente honesto con todo lo que ha dicho —añadió interrumpiendo mis replicas— no puedo decir que lo conozco, pero hay que hacer el intento.

—No estoy seguro —suspiré.

—Ni yo... —acariciaba mis mejillas dulcemente— pero por ahora solo descansa, ¿Sí? Te llamaré cuando el almuerzo haya llegado, tu duerme.

Me dio un suave beso en la frente, sonrió y salió de la habitación dejándome aún más perplejo. No era el único con dudas en la cabeza, pero ella se veía más convencida que yo, o al menos eso me dio a entender.

Por el momento decidí hacerle caso a mamá, el cansancio de estos meses me estaba consumiendo. Mis deberes estaban al día asi que podía solo dormir, olvidarme por un rato toda esta desgracia y cerrar los ojos con tranquilidad. El sueño me fue envolviendo y poco a poco lo logré, algo que se me había hecho un tanto difícil las últimas semanas.

Roberto

—¿Usted que hace aquí? —indagó sorprendido.

—¿Podemos hablar? —pregunté de vuelta, sin poder controlar mi incomodidad.

Había llegado a aquella dirección, encontrándome con una casa de fachada modesta pero muy bien decorada. No sé qué esperaba encontrar, ¿Paredes pintadas de colores como la bandera LGBT? La verdad todo esto de mis creencias me tenía la cabeza vuelta nada, ya no sabía ni que esperar de las personas que me rodeaban.

—¿Qué es lo que quiere? —insistió Ernesto, cerrando la puerta tras de sí.

—Tenías razón y lo siento —dije con firmeza— sé que no tengo derecho a venir ni pedirte nada, pero si necesito que me hagas un favor.

—Está en lo cierto —decía asintiendo lentamente— no tiene derecho a pedir nada.

Estaba por marcharse, entrar de regreso a su casa y no creía que volviera a salir sabiendo que soy yo quien llama su puerta.

—No es por mí, es por Martín —vocifere apresuradamente, reteniendo su atención un poco más— de verdad quiero remediar las cosas con mi familia, y lo más importante ahora es que él vea que voy en serio.

✅2. Yo, Soy Tuyo (Bilogía Mío)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora