Te fui a buscar para que me acompañaras a desayunar.
Cuando abriste la puerta, tus ojos aún estaban medio cerrados, otra vez tenías una remera enorme puesta como pijama solo que esta tenía un gran veintidós en el centro de color verde, tu cabello estaba revuelto y caía por los lados de tu cara adormilada y sobre tus hombros. Parpadeaste un par de veces antes de que te dieras cuenta de quién era. Sonreíste y te recargaste sobre la puerta. Te pregunté si te gustaría desayunar conmigo y me dijiste que sí.
Cerraste la puerta y luego escuché un chillido de emoción, sabía que no habías sido tú porque luego tú te reíste mientras alguien más seguía chillando. Quince minutos después abriste la puerta para poder salir y pude divisar a tus amigas escondiéndose para que no pudiera verlas. Negué con la cabeza y una sonrisa en mis labios mientras te tomaba de la mano y te guiaba hacia el restaurante del hotel.
Nos sentamos en una mesa, cerca de un gran ventanal que daba hacia el mar. Pediste jugo de naranja y tostadas francesas. Me confesaste que siempre habías querido un desayuno para la cena mientras metías un pedazo de la tostada a tu boca.
Te sonreí y guardé ese pedacito de información.
Te observé como siempre lo hacía, se había convertido en mi deporte favorito.
Esa vez tenías un estilo diferente al que siempre había notado cuando nos veíamos a lo lejos. Esa vez habías trenzado tu cabello y tenías un estilo de chica hippie pero no completamente. Tenías una falda larga con dibujos intrincados en brillantes colores, una remera de tirantes blanca y pulseras de madera con diseños africanos.
Ese día aprendí un poco más de ti, viéndote.
Te llevé a la playa y mientras atardecía te tomé una foto mientras estabas distraía. Solo eras una mera sombra contra el sol, pero de alguna manera irradiabas tu propia luz.
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Polaroids |Niall Horan|
Roman d'amourEn la que Niall le envía fotografías viejas su novia treinta días antes de su quinto aniversario.