Tres días. Eso era lo que faltaba para el final, para el último torneo. Había estado preparándome toda la vida para ese día pero, a pesar de eso, no me sentía preparada para la posibilidad de ser reina.
No podía ignorar esa duda pero quería hacerlo. Ya le había mandado una carta a mi padre donde le indicaba que nos juntaríamos esa misma tarde. Aunque la intensión de mi padre era que yo matara al rey, no podía hacerlo. Lo ayudaría a encerrarlo y que fuera castigado por todas las espantosas cosas que había hecho pero no podía matarlo, sería demasiado fácil.
Alguien tocó la puerta de mi habitación. Me acerqué a esta y la abrí. Era Aaron. Parecía agitado y nervioso, respiraba rápidamente.
—¡Hola! ¿Qué haces aquí? —pregunté con una sonrisa. Me alegraba ver una cara conocida durante mi aislamiento.
Aaron me miraba a los ojos seriamente. Era la primera vez que veía que no tenía nada para decir. Que intentaba buscar las palabras correctas.
—¿Está todo bien? —Me estaba empezando a preocupar.
—Eve... Acaba de llegar una noticia del norte. La rebelión atacó.
Respiré aliviada ante la revelación. Pensaba que algo malo estaba sucediendo. Era normal que mi padre atacara al norte, no podía ser la única ciudad que saliera ilesa. Tenía que ser creíble.
—Me asustaste.
—Eve.
Lo miré fijamente.
—Llegaron noticias —continuó—. El rey del norte ha muerto. Tu padre... ha muerto.
Mi corazón se detuvo por unos segundos.
—¿Qué?
Aaron no dijo nada, solo me miró. Debía ser una equivocación.
—No puede ser. Debe ser una equivocación. Debe estar con mi padre.
—Eve... Encontraron su cuerpo. Fue asesinado por un soldado de la rebelión.
—No, no.
Esto no podía estar sucediedo, debía ser una equivocación. ¿Por qué mi padre mataría a Joseph? No tenía sentido. Debía ser otro de sus planes.
«Si, era eso. Solo un plan»
—No es verdad —afirmé con lágrimas en los ojos.
—Eve-
—¡No es verdad! —lo interrumpí, gritando.
Rompí en llanto. Las lágrimas caían sin parar. Esto no podía estar sucediendo. Todo menos esto. Lancé un grito y continué llorando descontroladamente en medio de mi habitación. Sentí unas manos que me rodeaban y me abrazaban.
«Todo menos esto. Todo menos él»
Mi padre, el que me había cuidado y arrucado cada vez que tenía una pesadilla y despertaba llorando. El que había intentado peinarme cada vez que tenía una lección a pesar de que las sirvientas se ofrecieran. Había sido el quien me había cuidado cuando nadie más lo quizo hacer. El era el hombre que más amé en mi vida, y ahora estaba muerto.
«Muerto.»
«Muerto.»
«Tu padre está muerto.» Esas palabras no paraban de resonar en mi cabeza.
«Muerto.»
Las lágrimas continuaron cayendo por horas y Aaron nunca se fue. Me levanté rápidamente al acordame de la reunión. Todavía tenía la esperanza de que todo esto fuera un error. Que todo fuera parte de un plan.
—Tengo algo que hacer.
Salí del hotel secándome las lágrimas. No me importaba que me vieran, yo seguí caminando.
Me dirigí a la locación que habíamos acordado. Una esquina oscura que raramente era visitada.
Al llegar, el estaba ahí, luciendo igual que siempre, como si nada hubiera sucedido, como si no hubiera asesinado a nadie.
—Hija, me alegra que hayas reconsiderado-
Me acerqué rápidamente y le pegué un bofetón lo más fuerte que pude.
—Te has enterado. ¿Quién te lo dijo?—preguntó enfadado.
No lo podía creer.
—¿Qué me he enterado? ¡Acabas de asesinar a tu mejor amigo! ¡Acabas de asesinar a mi padre!
—Ay hija, ambos sabemos que yo soy tu padre.
Esta vez no me conformé con una bofetada. Cerré mi puño, y le atiné un golpe en la cara.
—Me perdiste —aclaré señalando su cara con un dedo—. Me perdiste —repetí.
Volviendo a llorar, me di una vuelta y me encaminé de vuelta al hotel. Mi corazón estaba roto y se había vuelto a romper al escuchar que Carter había matado a mi padre.
Antes de irme, me giré.
—¿Por qué? ¿Por qué lo mataste? —pregunté con la voz quebrada.
Carter no respondió, solo bajó su cabeza.
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Al llegar, Aaron ya se había ido pero había alguien más en mi habitación.
—Eve... Lo siento tanto. —Mi entrenador se encontraba allí con ojos tristes y cansados.
Apenas lo vi lo único que se me ocurrió fue correr hasta el, abrazarlo y descargarme.
—Mi papá se murió —dije entre sollozos.
—Lo sé, lo sé —dijo acariciando mi cabeza—. Lo lamento tanto.
Despegué mi cabeza y alcé mi mirada
—¿Qué haces aquí?
—Eve tienes que escucharme con atención. Tu padre, antes de morir, tenía la intensión de contarte la verdad.
—¿De qué hablas? —pregunté confundida.
—Cuando tu padre se enteró de lo que Carter quería que hicieras, quizo advertirte de que solo te quería utilizar.
—¿Cómo? No entiendo.
Ese era últimamente mi estado: confusión. Sentía que estaba viviendo en una pesadilla de la cuál no podía despertar.
—Carter quería que mataras a Oliver para así, una vez muerto, pudieras convertirlo en rey.
—Pero solo el rey o reina anterior puede coronar al próximo regente.
—Así es, pero si el rey está muerto, la familia real solo puede coronar al próximo rey.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo?
—Eve... Tu madre era la reina. Oliver es tu hermano.
—¿Qué? —Abrí mis ojos como platos, aturdida.
Este día no podía ser peor.
—Necesito que me expliques.
—No tengo mucho tiempo y no conozco la historia completa pero si sé que Carter y la reina se enamoraron perdidamente y aunque tu madre fue obligada a casarse y tener herederos, nunca pudo olvidarse de Carter. Eran amantes.
La cabeza me estaba a punto de explotar. Por eso Carter nunca me dijo quien era mi madre. Me quería utilizar para convertirse en rey y había matado a mi padre para querer arruinar sus planes al contarme la verdad.
Tenía ganas de ponerme a llorar de nuevo pero tenía que ser fuerte. Por mi padre.
—Eve, tienes que tener mucho cuidado. Carter sabe donde te estás hospedando y querrá obligarte a coronarlo. Tendrás que huir.
Asentí seriamente. Mi mente, a pesar de la tristeza en la que sumergía cada vez que recordaba que mi padre estaba muerto, ya comenzaba a trazar planes. Tenía que ganar esa corona. Por él. Por el reino.
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Reinas y Reyes [La Competencia Por La Corona]
RandomUn reino que se encuentra devastado. Una joven princesa con una familia fuera de lo común, tendrá que abandonar su hogar y su vida tal como la conocía para adentrarse en una competencia cuyo premio es la mismísima corona del reino. Serán seis los pa...