Capítulo VI

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Las luces se apagaron y luego siguió un disparo

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Las luces se apagaron y luego siguió un disparo. La gente enloqueció, no se podía ver nada. Comencé a correr y me dirigí hacia las paredes para así poder giarme y poder salir. Cuando estaba por llegar tropecé con algo, era un cuerpo. Cuando la gente enloqueció debieron empujarlo y se cayó. Me acerqué al cuerpo para ver si tenía pulso pero no era así. Dejé el cuerpo donde estaba y volví a correr pero esta vez guiándome con las paredes. Pasaron los minutos y todavía no podía encontrar la salida. Todo era un caos la gente no paraba de gritar y los disparos no cesaban. Continué y me choqué contra algo.

—Perdona, ¿está bien? —me preguntó un joven.

—Si, si, no se preocupe, estoy intentando buscar la salida.

—¿Princesa?

—Si, ¿por qué?

—La estaba buscando, la tengo que sacar de aquí, sígame —me ordenó tomándome de la muñeca.

—Pero, ¿quién eres?

—Eh, un guardia —dijo dudando haciéndome también dudar.

—¿Estas seguro de eso?

—Muy seguro señorita, necesito que venga conmigo.

El joven me agarró más fuerte de la muñeca y me guió a través del patio mientras los gritos continuaban. Todo estaba muy oscuro y la luna no estaba en el cielo, no se podía ver nada.

La persona que me guiaba encontró la puerta y la abrió. Al hacerlo me permitió verlo con claridad. Estaba completamente vestido de negro y su cara estaba cubierta con un pasamontañas.

—¿Pero... que? —pregunté desconcertada. Así no se vestían los guardias reales.
  
«La rebelión» pensé
  
En ese instante me aparté y comencé a correr por el pasillo pero no pude dejarlo atrás. El chico me agarró del brazo y me atrajo hacia el.
  
—¿Pero qué haces? —le pregunté.
  
—¿Tu que crees? —dijo colocando su brazo alrededor de mi cuello.
  
Mi vista se comenzó a nublar gracias a la falta de aire. Intenté defenderme lanzando golpes pero no me sirvió de nada, poco a poco me iba debilitando. Por mucho que traté no aguanté más y mis ojos se cerraron.
  
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Poco a poco mi vista se comenzó a aclarar. Estaba en una habitación muy similar a la mía pero no lo era. Miré hacia mis costados alerta, intentando desatar mis manos y allí estaban todos. El príncipe Aarón y Luca estaban despiertos con unos cuantos golpes en sus caras.
  
—Bienvenida —dijo Aarón con sus manos y pies atados.

—¿Que está pasando? —dije todavía desconcertada por la falta de oxígeno.
  
—La rebelión —dijo el príncipe Luca—. Nos dejaron inconscientes a todos y nos trajeron acá. Nosotros fuimos los primeros en despertar, los demás siguen inconscientes.
  
—¿Que quieren? —pregunté.
  
—No sabemos —dijo Aarón—. Nos encerraron a todos acá pero que yo sepa solo están interesados en Oliver. Así que no entiendo por qué tanto circo.
   
La rebelión se había originado hace bastante tiempo. Meses después de que los padres de Oliver murieran y lo subieran al trono. La rebelión estaba en contra del rey Oliver. Odiaban su manera de reinar y como favorecía a la élite mientras los demás morían de hambre pero estaba segura de que habían temas más personales entre medio. Nadie sabía quién dirigía la rebelión pero si que solían atacar seguido. Algunas veces nunca se sabía el porqué pero otras veces se asumía que los ataques se debían a que querían debilitar las fuerzas de la corona y así poder atacar en un futuro.
  
Los demás empezaron a removerse y despertar poco a poco. Al hacerlo preguntaban lo mismo que pregunté yo pero obtuvieron la misma respuesta.
  
La puerta de la habitación se abrió y un hombre cubierto de pies a cabeza con una tela oscura entró a la habitación.
    —Muy bien —exclamó—. Ya despertaron.
  
—¿Que quieren? —preguntó enojado Jude.
  
—Nada de lo que deban preocuparse, bueno Jude tu si, pero los demás pueden seguir durmiendo.
  
Jude apretó su mandíbula y se paró en unos microsegundos.
  
—¿Que hicieron? —preguntó gritando.
  
—Todavía nada pero si no vuelves a donde estabas, —dijo sacando su arma velozmente y apoyandola en su cabeza— tu y tu padre terminarán con una bala en la cabeza.
  
Jude resignado y con una mirada furiosa volvió a sentarse junto a nosotros.
  
—No le pasará nada —dije intentando calmarlo.
   
—No me gusta estar apresado. —Esa respuesta me sorprendió pero no le di importancia.
  
El tiempo comenzó a pasar y nada sucedió.
  
—¿Por qué nos ataron si no nos van a hacer nada? —pregunté.
  
—Les gusta molestar y ser dramáticos. —dijo Aarón con la mirada fija en el suelo. Parecía que estaba trazando un plan.
   
—Bueno, yo ya me cansé —dije.
  
Me dirigí hacia Ana que estaba sentada junto a la cama.
  
—¿Me ayudas? —le pregunté—. Tengo un cuchillo escondido en mi bota. ¿Me lo puedes alcanzar?
  
Coloqué mi pierna detrás de su espalda y con sus manos tomó mi cuchillo.
  
—Aquí está —me dijo.
  
Me giré, tomé el cuchillo y comencé a cortar la soga. Luego de unos minutos me pude liberar y comencé a ayudar a los demás.
  
Habían pasado casi dos horas desde que el hombre había entrado. Salí de la habitación y me asomé por la ventana para ver. Habían por lo menos 50 cuerpos debajo de bolsas negras.
  
—Son unos desgraciados —anuncié.
  
Aarón me miró y se le formó una sonrisa.
  
—¿De qué te ríes? —le pregunté furiosa— ¿Te parece gracioso que hayan muerto tantas personas?
  
—No, eso no. Me parece gracioso que esa frase provenga de ti.
  
«Idiota»
  
Suspiré frustrada y bajé al patio. Al hacerlo me encontré con el rey que estaba mirando los cuerpos. Tenía bastantes golpes en su cara y algunos ya se estaban volviendo morados.
  
—¿Está bien? —le pregunté— ¿Qué querían?
  
—No tan bien. Buscaban... en realidad no se que buscaban pero destrozaron toda mi habitación y la de mi hijo. No puedo imaginar que es lo que querían pero si me disculpas. —Hizo una pausa y miró directamente a su hijo, que también estaba mirando los cuerpos—. Tengo que hablar con otra persona.
  
El rey me abandonó y comenzó a caminar. Tomó del brazo a su hijo, y se dirigió hacia el interior del castillo.

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El sol y el calor volvieron a apoderarse de Karnor y yo estaba demasiado cansada. Había tenido muy poco tiempo para descansar. Ese día iba a haber un almuerzo donde celebrariamos el resultado del torneo, así que tenía que ir.
  
Decidí vestirme de manera sencilla y fresca.  Elegí un vestido amarillo que no tenía demasiado volumen. La falda estaba cubierta con una especie de tul. Recogí mi cabello con una coleta y me coloqué unos aros de oro.
  
Una vez lista bajé hacia el comedor. Ya estaban todos allí.
  
Jude se acercó a mi y comenzó a hablarme pero me sorprendió el gran moretón que tenía alrededor de su ojo que antes no tenía.
  
—Ah ya llegaste, ya podemos comenzar. ¿Esta todo bien? —me preguntó.
  
—Si yo estoy bien, ¿y tu? —le pregunté mirando todavía su gran moretón.
  
—A te refieres a esto —dijo señalando su golpe—. No es nada, no me duele. Me debieron golpear cuando me capturaron.
 
—Si seguro fue eso. —Me giré hacia el gran salón y a toda la comida que había allí—. Vamos que tengo hambre —le dije alentandolo a seguirme.
  
Todos comenzaron a acomodarse por la gran mesa. En la punta se sentó el rey Frederick y a su derecha su hijo junto a Ana, que estaban charlando entretenidos. A su izquierda estaba el rey Oliver que cargaba su corona al igual que unas grandes ojeras. Al parecer tampoco había podido dormir.
Luego estaba yo, Aarón y al frente mío estaba Luca.
  
—Antes de comenzar, —inicióa el rey— felicitemos con un brindis a la princesa Eve por ganar el primer torneo.
  
Todos se pararon y me felicitaron mientras chocabamos las copas. Odiaba eso, era como estar en tu cumpleaños. Era muy incómodo porque nunca sabías que hacer o decir mientras te cantaban.
  
—Ahora que ya hemos festejado tengo que pedirles una gran disculpa por el inconveniente de ayer. No teníamos planeado que intervinieran así y causarán tantas muertes. Pero bueno... lo que pasó pasó. Así que empezemos. La comida se nos enfría.
  
Nos trajeron nuestros platos y comencé a comer mientras todas las personas del salon charlaban entre sí.
   
—¿Como se te ocurrió lo de ayer? —preguntó Aaron.
  
—No lo sé. Estaba junto con Ana, perdón, la princesa Anastasia, y no encontramos ninguna salida, recorrimos todo el laberinto. No había ninguna manera de salir así que inventé otra salida. El presentador dijo que no habían reglas.
  
—Muy inteligente de tu parte, princesita.
  
El almuerzo terminó y cada uno volvió a sus habitaciones para partir de nuevo hacia la capital de Calahassa. Todavía no caía en que había sido la única en ganadora.

Reinas y Reyes [La Competencia Por La Corona]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora