ocho

9 2 0
                                    

Diana

Poco a poco se separó de mi, pero su mirada azulada seguía intacta con la mía. No entendía nada pero me gustaba su mirar. Poco a poco noté como su frente comenzaba a hincharse debido al golpe que se había dado hace minutos.

Lo ayudé a entrar a la ducha y, mientras él hacía lo suyo, busqué entre sus cosas algún remedio para el dolor de cabeza, que pronto iba a aparecer.
En uno de los  cajones de madera pude notar un cuadro del mismo material, pero éste no estaba colgado. El vidrio estaba algo roto pero se podían divisar los rostros.

-El nene del lago. -susurré mientras abrí los ojos como platos. En la foto había dos señoras, una más grande que la otra, dos masculinos y el pequeño Aarón. Eso daba a entender que eran familia, que son hermanos.

Al notar que la ducha se apagó, guardé todo rápido y seguí buscando un remedio casero, hasta que encontré uno justo cuando el rubio salió.
Para mi sorpresa, al voltear, estaba con su torso al descubierto y su cabello todo mojado. Tenía varios lunares en el pecho y sus oblicuos bien marcados.

-Vas a tener que acostumbrarte. Acudo estar así la mayor parte del tiempo. -se encogió de hombros. Un gran porcentaje de su borrachera se había ido, pero no estaba del todo sobrio.

Le di el frasquito con el líquido casero para el dolor de cabeza y lo tomó. Hizo una cara rara ya que era un poco fuerte, el olor lo delataba.

-Yo... yo quería pedirte disculpas, Diana. -soltó. Me senté a su lado y asentí aceptando su disculpa.

-Está bien. Admito que soy un poco irritante. -reí.

-No. -afirmó en seco- La verdad que lograste cerrarme la boca a mí y a unas cuantas personas más con el avance que estás logrando aquí y te felicito por ello. -sonreí al escuchar eso.

-Debes ponerte borracho más seguido para decirme estas cosas. -bromeé.

-Podría decirlas las veces que quiera sin siquiera estar borracho. -nos quedamos congelados el uno con el otro- Uhm... Diana, duerme aquí. -palmó el colchón.

-Pero, ¿y tú?.

-Tengo aquel sillón. -comentó mientras señalaba el objeto de color verde.

-Pero la cama es grande. -proseguí.

-Con que quieres dormir conmigo. -alzó ambas cejas. Reí negando con la cabeza.- Era chiste, o sea a mi me gustaría dormir contigo, es decir que no tengo problema... -suspiró y esta vez ambos llenamos la habitación de risas.

Era increíble como hacía unos días no nos podíamos ni ver y por arte de magia ahora podíamos bromear juntos.
Para que me sienta cómoda, mi nuevo compañero hizo una "pared" de almohadas, para que no haya roses o algo por el estilo. Aunque era apetitoso tirarse arriba de ese pecho que parecía hecho a base de porcelana.

***

Abrí los ojos y, al escuchar el sonido de la lluvia, me acurruqué mas entre las sabanas.

-Te salvas que hoy se suspenden las actividades. -volteé a ver a Luke, quien se acercó con chocolate caliente y una bandeja de tostadas. Me senté y le dediqué una sonrisa.

-Buenos días. -tomé la taza y esperé que se sentara a mi lado para empezar a degustar. El olor era apetitoso.

-Lucía vino por ti, quería saber si estabas despierta pero le comenté que seguías durmiendo. Dijo que luego te mostraría una pollera que hizo. -asentí- También vino Michael... -alzó sus cejas- tres veces...

-¿Qué quería?. -pregunté para luego darle un mordisco al pan con dulce.

-Invitarte a almorzar. -rodó sus ojos. Por mi parte seguía degustando la comida que trajo el muchacho.

-El huevo de tu frente se está yendo. -comenté mientras divisaba su cara- Menos mal que te pusiste hielo antes de dormir.

Hablamos de todo un poco y era re lindo porque la confianza iba fluyendo cada vez más. Quizás esto era lo que nos hacía falta y teníamos cuatro días más para aprovechar.
Salió el tema de mi familia y luego pregunté por la de él, pero su semblante cambió.

-Oh... es un tema delicado. -hizo una mueca.

-Tranquilo, en otro momento o cuando quieras me cuentas. -toqué su mano para sonreírnos.

La puerta suena. Luke atiende para encontrarse con Michael.

-Oye dormilona, quiero almorzar contigo. -me abraza por atrás mientras me encontraba sentada en la cama. Besa una de mis mejillas y toma ambos hombros.

-Aún estamos a tiempo, Mike. -alenté- Igualmente no podemos salir a comer al aire libre.

-Pero puedes venir a mi cabaña. -el café de Luke salió por su boca.

-Perdón que rompa con tu burbujita de jabón, pero con Diana tenemos un reto y tiene que convivir conmigo.

-Es verdad Michael, pero cuando se pueda almorzamos donde sea. -le sonreí y el intentó copiarme el gesto, aunque estaba desilusionado. Salió del cuarto y nuevamente nos quedamos a solas con el rubio.

Habíamos acordado que le iba a arreglar el atuendo por uno más moderno, entonces aprovechamos la tarde para remodelar su armario. Me encanta reciclar ropa y transformarlo en algo mejor, pero más lindo era ver como le quedaba a él aquella ropa, sumado a que en sus ojos se le notaba lo cómodo que se sentía.

-Me encanta. -comentó mientras giraba al mostrarme aquella camisa abrochada por abajo del pecho- ¿Cuánto le debo? -sacó su billetera.

-Oh, nada nada. -negué con la cabeza. Él insistió pero yo seguí con mi postura.

-Hagamos un trato. Esta noche hago la cena, me pongo esta camisa y tu confeccionas un hermoso vestido para hoy. ¿Te parece?. -Asentí y fui corriendo a la cabaña de Lucía, ya que ahí tenía muchas más cosas para armar mi vestido.

Le comenté lo sucedido a la rubia y chilló de emoción mientras volcabamos ideas para el outfit.

Estuvimos toda la tarde con ese maldito vestido hasta que lo tuvimos. Antes de marchar hacia mi nueva cabaña, me dirigí hacia el lago para hablar con mi madre y con suerte me encontraría al pequeño Aarón.

Al llegar al lugar, sentí unos chiflidos provenientes del pequeño y una sonrisa de punta a punta de mi madre. Estaban juntos.

-Hija, que hermosa que estás. -soltó mientras me acercaba a ellos.

-Que suerte tiene el chico o chica con el que vas a salir. -tomó mi mano e hizo que de una media vuelta.

-Uhm, bueno... eso tengo que hablar contigo. -flexioné mis piernas para quedar a la misma altura que Aarón- Luke me ha invitado. -los ojos el pequeño se iluminaron y volcó un abrazo en mí.

-Mi hermano hace tiempo que no hace algo así. -se separa para verme mejor- Puedo hacerme ilusiones de que tú le harás bien porque es lo que siento aquí. -sonreí al ver como señalaba su pequeño corazón.

Tomó una de mis manos y en ésta puso un souvenir de madera, como los que tenía su hermano en la cabaña. Tenía forma de tabla de surf.
Seguí hablando con mi madre hasta que me advirtió que vaya yendo, ya que pronto oscurecía.

-Disfruta y ve a lucir el hermoso vestido que has logrado con tu amiga. Espero uno pronto. -me sonrió.

-Oye, yo también quiero algo. -se quejó el pequeño con un leve puchero en sus labios. Desacomodé su cabello mientras le prometía que pronto iba a traerle algo.

Salí de aquel lugar para marchar hacia mi nueva cabaña temporal.
Lentamente abrí la puerta para encontrarme con un ambiente iluminado por velas y a un Luke de espaldas con aquella camisa blanca. Giró sobre sus propios talones y pude ver como trataba de colocar el botón del puño de su vestimenta.

-Diana... -al verme, sus ojos parecían dos scanners, los cuales estaban dichosos al ver aquella prenda de color carmesí pegada a mi silueta.

-Luke... -susurré.

-Estás hermosa. -relamió sus labios para luego sonreír de costado.

misterio || luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora