diez

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Diana

Los ojos del rubio eran una mezcla de azul y rojo, había estado llorando. Su semblante lo mostraba sorprendido ante mi presencia.
Miré nuevamente la rosa blanca y luego a él, quien no sabía que decir o hacer.
El único impulso que salió de mi cuerpo era correr hacia él para hundirlo entre mis brazos. Lo recibió y profundizó la acción mientras sus lágrimas comenzaban a recorrer mis hombros.
Poco a poco nos separamos y él aclaró su garganta para hablar.

-Vamos a la cabaña que en cualquier momento la tormenta se va a hacer presente y nos mojaremos.

-Luke...

-Vamos. -pasó su instrumento sobre sus hombros y comenzó a caminar.

-Hey -dije en el mismo lugar donde me encontraba, no hice paso alguno- no me gusta verte así. -suspira y gira sobre sus talones para volver a conectar nuestras miradas.

-No importa, no tiene sentido. Ahora hay que irnos.

-Claro que importa, Luke. -bufé.

-Deja de meterte, de verdad Diana. -negó con su cabeza- Pareces esas fanáticas locas que buscan a su ídolo por todos lados.

-Solo quiero ayudarte, o eso intento.

-No lo hagas. Te agradezco el abrazo que me diste, pero esto lo tengo que procesar solo. -amagó a darse la media vuelta pero volvió a mirarme- Ah, y no me sigas más, de verdad.

Esa fue su última oración antes de marcharse y dejarme sola en el lago mientras las gotas de lluvia comenzaban a hacerse presentes.

Luke

Arroje mi guitarra arriba de la cama mientras tiraba de mi cabello y caminaba en círculos por toda la habitación, hasta que me dejé caer al lado de mi instrumento para mirar el techo.
Luego de estar así por unos largos minutos, decidí por ordenar la cabaña, lo necesitaba.

Guardé mi ropa, quité el polvo del piso y tomé el vestido carmesí de Diana, el cual estaba en una silla con otras cosas. Entre esos objetos había un molinillo, un peine de madera y un souvenir bastante familiar del mismo material.

Era la tabla de surf de la familia Hemmings, mi familia. Atrás se podía divisar la letra A.
¿Qué hacía Diana con esto?. Recordé lo que Calum me había dicho con respecto que vio a la castaña salir del lago, sumado a que otras veces la he visto parar ahí, siempre ahí.
Entonces conoció a Aarón, sabía de mí y mi historia, de seguro que mi hermano habló. Ojalá que no.

La sangre subió a mi cabeza. ¿Por qué quería saber todo? ¿por qué me siguió tantas veces? ¿qué gana con esto?.
Eso explica su emoción por ir al lago repentinamente.

La puerta se abrió y voltee a verla. Su pelo estaba mojado al igual que su ropa a causa de la tormenta que se hizo presente.
Ella, al ver ese pequeño objeto de madera entre mis manos y mis cejas fruncidas, tragó saliva.

-No entiendo qué buscas, de verdad Diana.

-Ya te dije, solo quería ayudarte...

-Es solo si yo quiero, debes respetar las decisiones ajenas, no te metas. -bufé.

-Yo no me metí, nunca te seguí. -rodó sus ojos.

-Oh vamos, ¿y esto? -le enseño la tabla de surf- O por ejemplo hoy, cuando fuiste al lago, al igual que otras tantas veces. -me acerqué a ella.

-Al lago voy porque me gusta. -su mandíbula se comenzó a tensar.

-Ah si, claro. Diana, acepta que no tienes el poder de saber todo. Se nota que no aprendiste nada y seguís siendo... -hice una pausa y suspiré.

misterio || luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora