3. No es el mismo tono.

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Es inevitable no mirar hacia el interior de la habitación cuando sale del baño. La cama está intacta, perfectamente hecha como Harry acostumbra a mantenerla. Sabe que el rizado agradece que el departamento haya estado amoblado desde un principio, hubier sido una pesadilla llevarse los muebles.

Entra a la habitación porque la puerta está abierta. Le echa un vistazo a las paredes. El azul está desgastado. Louis recuerda cuando lo pintaron juntos.

Harry había llegado con varias latas de pintura de distintos colores un día. Louis estaba leyendo uno de los libros que su prima Tara le había prestado, acostado en el suelo porque de alguna manera había terminado de esa manera. Harry solía molestarlo cuando leía. Decía que cualquier día iba a encontrarlo pegado en la pared como una araña y caería en sus redes. Louis reía y le respondía que ya había caído hace mucho y pronto iba a comérselo. Lo que resultaba de esa conversación era algo similar pero en otro sentido.

Volviendo a las pinturas.

—¿Piensas ser el próximo Picasso? —Le preguntó Louis con curiosidad desde el suelo—. ¿Por qué tanta pintura?

Harry se encogió de hombros.

—No pude decidirme por un color.

—¿Para qué? —Se levantó con cuidado de no lastimarse la espalda en el proceso. Caminó hacia la encimera, Harry lo recibió con un beso sabor a café.

—¿Recuerdas que te dije que quería pintar el dormitorio?

Louis lo miró con una sonrisa.

—Así que hoy sólo despertaste y dijiste: es momento de hacerlo.

—Exactamente.

—Bien. —Dijo Louis finalmente inspeccionando los tarros de pintura. Frunció el ceño con curiosidad—. Harry todos son del mismo color, ¿por qué necesitas tanta pintura?

—¡No lo son! —Protestó Harry enseguida, mostrándole tres tarjetas de diferentes tonalidades de azul—. ¿Ves? Son tan distintos que no puedo decidirme por uno.

Louis rodó los ojos.

—Yo sigo viendo el mismo tono de azul.

—Si bueno, no son del mismo tono. Necesito decidirme.

—Si tú lo dices. —Se encogió de hombros, no quería meterse en el asunto porque para él todos eran azul—. ¿Tienes hambre? Hay un poco de pasta para el microondas.

—Sí, por favor. —Respondió todavía concentrado en tomar una decisión que consideraba de vida o muerte. Estaba cansado de ver el mismo tono pálido y deprimente cada vez que abría los ojos.

Luego de un rato Louis dejó frente a él un plato con pasta y un vaso con refresco. Harry agradeció y comió todavía revisando las cartillas de color.

—No te agobies por eso, cariño. Puedes decidirlo otro día. La pintura no irá a ningún lado y créeme que tampoco lo hará el dormitorio.

Harry levantó la cabezaa y su mirada se iluminó de inmediato. Louis entrecerró los ojos con sospecha.

—Quédate así, no cierres los ojos. —Le ordenó Harry y Louis se descolocó un poco más cuando su novio puso la cartilla de colores cerca de su rostro haciendo muecas.

—¿Está todo bien, cielo? —Louis se estaba preocupando por la salud mental de Harry. Sabía que estaba atravesando por mucho estrés en esos días con el resultado de su trabajo de titulación y la presión en el hospital.

—Sí, sí. No te muevas, por favor. —Le dijo de nuevo mientras marcaba tres colores diferentes con una mueca y los volvía a acercar al rostro de Louis.

Estuvieron en silencio durante un rato cuando el grito de victoria de Harry sorprendió al castaño.

—¡Lo tengo! Muchas gracias, amor. —Le dijo con una sonrisa antes de besarlo alegre.

—¿No hay de qué? —Dijo Louis con duda. Aún no sabía de qué manera lo había ayudado pero se sentía bien ser útil. Sonrió cuando Harry dejó de lado las pinturas y terminó su plato.

—Te amo, ¿lo sabes?

—Sí lo sé, yo también lo hago. Pero ¿qué ha sido todo eso? Me he perdido.

Harry no respondió, se limitó a sonreír.

Comenzaron a pintar el dormitorio por la insistencia de Harry, así que por dos días tuvieron que dormir en el departamento de Louis porque el sofá no era una opción y el olor a pintura mareaba al castaño.

Cuando estuvo terminado, Harry le confesó que había decidido pintarlo del color de sus ojos para que cuando no estuviera con él, no se sintiera tan sólo. Louis casi se siente culpable. Sabía que sus constantes viajes molestaban a Harry, pero él nunca se había opuesto o enojado. De hecho, había sido Harry quién lo incentivó a aceptar su nuevo puesto en la agencia sabiendo que eso significaba viajar con frecuencia debido a las promociones.

Harry le quitó de inmediato la culpabilidad con los besos que repartió por su piel.

Se sobresalta cuando escucha el golpe en la puerta. Se gira y ve a Sara caminar hacia él con una sonrisa a modo de disculpa.

—Lo siento, no quería asustarte.

Louis niega haciéndole saber que no lo hizo. Sara se permite echar un vistazo a la habitación.

—El color es muy bonito. —Menciona con una sonrisa antes de volver a mirar a Louis—. Escuché que es el favorito de Harry.

Louis sonríe mientras asiente. Sara ríe sabiendo la razón por la que esa habitación es azul.

—¿Nos harás compañía afuera? —Louis la mira mordiéndose el labio, asintiendo con lentitud—. Está bien, te esperamos.

Le dice ella, saliendo de la habitación para darle privacidad. Louis piensa que la rubia merece mucho más de lo que la vida le ha dado.

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