8. Pareces ilusionada

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"Where am I at these days Now that you're gone?
Where am I at these days When you don't come home?"
-Where Am I At

Yo, Roussevelt Lordí, soy alguien sería, me cuesta salir de mi zona de confort, odio las rutinas y, aunque en mi trabajo hago casi siempre lo mismo, trato de hacer todo en un diferente orden, todos los días.

No me gusta describirme a mi misma porqué siento que aún no me conozco lo suficiente como para juzgarme de una forma profunda. Mi madre decía que a comparación de mi hermana, Valentina, yo mantenía mi ego en un nivel bajo queriendo siempre pasar desapercibida hasta casí sentirme invisible, pero no era posible. No siempre lo lograba. La pequeña de la casa gritaba y lloraba cuando la atención iba hacia alguien que no fuera ella, en mi cumpleaños ella se encargaba de soplar las velitas por mi y morder el pastel también era la primera en pasar a golpear la piñata. Nunca le tomé la importancia que requería.

Me enamoré. Lo hice hace ocho años, de una persona que me cautivo desde el primer momento. Y hoy luego de mantener una amistad, noviazgo y matrimonio, todo acaba. Llegó a su fin lo que quería que me durara toda una vida.

Había firmado muchas cosas importantes durante mucho tiempo, por ejemplo: cuando conocía a los fanaticos de la literatura y pedían un autografo, o cuando firme la carta de propiedad de mi empresa y también el contrato del apartamento. Había firmado diferentes tipos de documentos pero nunca creí que llegaría a firmar uno como el que tenía en mis manos.

En el sofa, uno de los pocos muebles que quedaban en lo que todavía era nuestro apartamento, intentaba calmarme y callar a mis ruidosos pensamientos. Pero al parecer había llegado a mi punto máximo y volví al principio.

-¿tú querías que fuera así? Dime por favor ¿en que estás equivocada, Ro?- me grité frente al espejo, buscando una respuesta a lo que no debía preguntar - prometiste mantenerte de pie... tratar de que todo saliera bien- me señale y señale mis errores, me habia desvanecido -Ro, no me falles, no te falles, te prohibo hacerlo- terminé de decirme al llegar a mí habitación.

Lloré.

Tambien grité.

Quité de mis heridas las vendas y me abrí ante el dolor, quería sentirlo ahora, que hicera conmigo lo que fuera, que me consumiera y así cuando estuviera frente a él yo no lloraría porqué se lo había prometido. Lo dejaría ser como él quisiera.

Una de la mañana, el insomnio volvía como monstruo debajo de la cama, tentativo y alucionante. Me encontraba sola en la habitación, él había decidido ir a visitar a su padre ya hace dos días.

Dos de la mañana y volvía a revisar mi telefono, había estado charlando con mi hermana horas antes de ir a "dormir" y la conversación ya no siguió, mas sus palabras estaban impregnadas en mi mente con tinta indeleble.

Tres de la mañana y una pesadilla me atormento haciéndome despertar empapada en mi propio sudor y con un fuerte dolor de cabeza.

Cuatro de la mañana alguien entró a mi habitación. Obligándome a abrir ligeramente lo ojos.

-Ro... volví- habló.

-¿qué hora es?- pregunté. Acercándome perezosamente a la mesa de noche en donde se encontraba un reloj.

-cuatro, cuatro y dos- respondió revisando la hora en su teléfono.

-bien, creí que volvías hasta mañana- hablé. Mientras me levantaba, cubriéndome con una bata para luego caminar hacia el baño de nuestra habitación y encender la luz. Pasé cerca de él quien comenzaba a quitar su chaqueta para la dejarla sobre una silla.

Hurricane EyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora