2. Qué mejor que comida ¿no?

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"A barriga llena, corazón contento. Si sabes cocinar puedes prepararle una rica cena. Si no sabes, corre a buscar un curso de cocina que tu matrimonio está en un hilo"
Atte.: Dra. Rodríguez

Mi padre, desde que lo conoció a él, hizo que su relación se basará en tres cosas indispensables: golf, vino tinto y Ro. Claro, yo estaba de último, porqué puedo asegurar que si él y yo llegábamos a terminar, la relación entre mi padre y él seguiría en pie.

Pasaron las siguientes semanas con el mismo orden de horarios entre nosotros. Después de haber pasado días leyendo y releyendo la segunda carta de la terapeuta, aún no tenía idea de cómo planear una cena y no porque yo no supiera cocinar, sino por el hecho de que cenar pasadas las once de la noche no era una opción, y esa era la hora regular en la que él se iba apareciendo por nuestro apartamento.

La idea apareció clara frente a mí cuando me encontraba sola en un huracán de pensamientos e ideas, que cuando mi secretaria entró a mi oficina, yo me encontraba tachando la palabra 'cena' y remplazándola por 'Picnic', creyendo que así quedábamos mejor organizados entre su trabajo y mi tiempo.

-Jefa, aún quedan los últimos veinticinco minutos de su horario de almuerzo, ¿debería traerle aquí su comida?- preguntó preocupada la joven pelinegra, mientras dejaba un portafolio negro sobre mi pesado escritorio de madera.

-no es parte de tu trabajo, no te preocupes, yo puedo ocuparme de ello, mientras tanto...- el sonido de mi teléfono interrumpió las instrucciones que tenía que dictarle a mi joven secretaria -espera- pedí mientras contestaba.

"Si"

"Hola, hija, me preguntaba si hoy podíamos reunirnos para platicar, los extrañé el sábado que no llegaron a casa"

"Claro, ¿en dónde?"

Luego de ordenar mi bolso con algunos documentos que llevaría para trabajar en casa después del almuerzo con mi padre, cerré mi oficina y me dirigí al pasillo en donde se encontraba el elevador, con mi secretaria siguiéndome de cerca.

-Jefa, tenga un buen día

-Gracias-dije aceptando el saco que había olvidado en mi oficina por salir rápido, y entendiendo el porqué la chica me seguía -puedes regresar a tus labores, avísale a el gerente de visuales que me quiero reunir con él, que este atento a su teléfono- dicté. Entrando en mí auto estaba cuando de nuevo una llamada comenzó a ejecutarse.

"Bueno"

"Hija, ya estoy aquí, ¿pido una mesa o te espero?"

"Pide una que este en un lugar sin tantas personas y cerca de la ventana. Ordena tu comida, yo no tardo en llegar"

Ya en el lugar, busqué con la mirada a mi padre, quién fácil era de distinguir por su altura, algo que claramente yo no había heredado, me acerqué a él y lo salude con un fuerte abrazo y un beso leve en su frente.

-¿cómo te va, Ro?- habló colocando la servilleta extendida sobre sus piernas, para comenzar a comer.

-Bien, ¿y a ustedes?- pregunté. Como supuse, mi padre tardó en contestar, ese tema claramente le afectaba, y yo aún no me enteraba del porqué. Sin embargo, me hacía la idea, así que no quise indagar más y me dediqué a esperar.

-Bien, hija, Gracias por preguntar-
Su respuesta. Mi comida llegó minutos después y luego de eso ya no compartimos palabras mientras comíamos, sino hasta el momento en donde lo invite a un postre. Mientras caminábamos a pasos lentos disfrutando de nuestro helado, sentí como su mano se posó en la mía, pocos momentos teníamos está cercanía él y yo, y cada vez que tenía la oportunidad lo apreciaba más. - ¿cómo van las cosas con tú esposo, Ro?

Hurricane EyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora