De camino a la plaza vimos varios marcados recorriendo las calles, provocando caos y pánico entre algunos otros que no sabían que estaba pasando. Después de un rato llegamos al centro comercial Miravalle, una inmensa masa de edificios de dos plantas con gran cantidad de locales en su interior. El más grande y surtido centro comercial de la ciudad. Cuando llegamos todavía no empezaban los disturbios y saqueos que sabía, iban a pasar. En cualquier otra circunstancia me habría quedado pues era un buen lugar para refugiarse, pero ahora no era el momento, sólo teníamos que pasar por algunas cosas para el viaje.
—Bien, parece que aún está tranquilo por acá.— el comandante volteó para repetir las indicaciones a través de la rejilla de seguridad.
—Lo primero será ir a la ferretería, ahí entre todos vamos a abrir la puerta no importa si suena la alarma, agarremos hachas, machetes o cosas así que puedan volarles la cabeza fácilmente, una vez hecho eso, ustedes irán al supermercado y llenarán un carrito con víveres, máximo deben tardar 20 minutos. Cuando terminen vuelven acá y nos esperan, si no volvemos en otros cinco minutos llévense la patrulla.
—¿Por qué supone que podría no volver?— preguntó Perla
—Señorita, estamos en Río de Plata, aquí también hubo un apagón. Hay una zona residencial a medio kilómetro allá atrás. Vamos a hacer un escándalo al entrar y quién sabe que pueda pasar en 25 minutos.
Había otra cosa cerca, el teatro Gota de Plata. Conocía a algunas personas allá porque ahí trabajaba el grupo teatral con el que colaboraba. No comenté nada porque no me parecía relevante esto, ya que el teatro estaba vacío, o eso suponía.
—Bueno, vamos. Salgan todos.— No vi en que momento Morales había sacado una escopeta pero ahí estaba, tal vez sería reglamentaria por cada patrulla.
La luz del sol ya empezaba a aclarar el cielo y esa leve iluminación nos estorbaba porque no había suficiente para ver claramente ni tan poca para que pudiéramos distinguir sombras. Llegamos a las puertas de la plaza, todas de vidrio. Fue fácil entrar arrojando un bote de basura hecho de hierro. Dentro sí estaba iluminado, la mitad de las elegantes lámparas decorativas estaban encendidas. En total silencio recorrimos los amplios corredores internos de la plaza hasta llegar a la ferretería.
—¿No debería haber guardias por aquí?— preguntó Perla
—Debería pero, quién sabe dónde estén, igual no creo que hagan nada si ven que estamos armados.— Le respondió el comandante.
—Entiendo— no muy convencida finalizó Perla.
Los policías de un par de disparos logaron destrozar los candados en la cortina de la tienda y haciendo mucho ruido la levantamos y entramos.
Los pasillos ahí estaban oscuros, tomamos un hacha para cada quien y un set de herramientas básico, uno nunca sabe cuando puede ser necesario. Al salir nos volvieron a repetir las instrucciones.
—¿Y ustedes a dónde van?—volvió a preguntar Perla. Una periodista, su trabajo era hacer preguntas.
—Del otro lado de la tienda hay una tienda de artículos de caza, tal vez podamos conseguirles armas buenas.
—Okey— ella bajó la mirada aún más nerviosa. Supuse que no le gustaban las armas pero en esta ocasión eran necesarias.
—Bueno, ya saben, van derecho por dos pasillos y luego a la derecha, así llegarán al supermercado. Pueden destrozar los candados a hachazos y entrar fácilmente. Enlatados y no perecederos. No sé si sea excesivo pero un encendedor largo y una bolsa de carbón no estarían mal tampoco. Veinte minutos ¡Corran!— y ambas parejas nos fuimos por nuestro rumbo.
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Cumbia de Medianoche (Primera Versión)
Short StoryUn joven escritor hace un ejercicio de inspiración saliendo a pasear en la madrugada, teniendo varias vivencias interesantes que le ayudan a escribir, y vivir. A la vez que un misterio se desarrolla en el lugar donde vive