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La central estaba a las afueras de la ciudad, casi en la cima de un cerro. No había nada a su alrededor salvo piedras y yerba. Él se alejó rodeando uno de los muros y subió. Fue la última vez que lo vi, y sé que se fue en paz.

Yo seguí hasta la puerta principal, siguiendo la barda hasta un camino en cuyo extremo opuesto estaba la caseta de seguridad. Había varias camionetas estacionadas afuera, con logos de periódicos y canales de televisión. Muchas personas con cámaras y libretas intentaban entrar, pero igual cantidad de guardias les impedían el paso. Estacioné el auto y me acerqué a curiosear, sabiendo que no iba a poder entrar o platicar con alguien de adentro.

Entre todos ellos, una periodista discutía con uno de los guardias, quizá intentando convencerlo de dejarlos pasar, quizá intentado hacer que le dé algo de información. Pero los guardias se mantenían en su sitio. Ella se cansó y otro tomó su lugar, se salió del gentío para calmarse y pensar un poco. Se detuvo a mi lado, buscó en su bolso y sacó una cajetilla de cigarros y un encendedor. Se me quedó viendo y me preguntó:

—¿Tú vienes de algún periódico?

—¿Yo? Eh, no yo venía a curiosear.

—¿Te parece que es buen momento para curiosear?

—Pues ustedes están aquí.

—Que gracioso.— Dijo sarcásticamente. —Pero a mí me pagan para mantener a la gente informada.

—O sea, por curiosear.

—Lo que sea.— siguió fumando.

—¿Sabe qué pasó?— pregunté finalmente.

—Es lo que intentamos averiguar, nadie quiere decir nada.

—¿Se les ha ocurrido ir a otras fuentes?

—¿A qué te refieres?

—Acabo de entrevistar a un ex empleado.

—¿Y qué dijo?— se acercó un poco más, indicándome que hablara en voz baja.

Me acerqué para decirle. "Nada"

—¿Cómo qué nada?

—Él tampoco tiene idea de lo que pudo haber pasado. Me explicó cosas de transformadores, tiempo, sobrecargas. No hay explicación a lo que pasó aquí.

—¿Sabe lo de los hospitales?— preguntó

—No hay relación o explicación.

—¿En serio? ¿Qué haces aquí entonces?

—Venía a verificar o curiosear.

—¿Estás intranquilo verdad? ¿Tú también lo sientes? Por eso estás aquí. Pudiste simplemente haberte ido a casa y pensar que es solo una coincidencia. Pero sabes que algo está ocurriendo...

—Algo malo, muy muy malo.

—¿Por qué no simplemente huyes?

—Hay personas que me importan, y no se irán a menos de que los convenza con hechos. Solo que parece que no hay tales hechos. ¿Tu?

—Yo no tengo a nadie, pero a mi jefe tampoco le puedo decir que no, y me da curiosidad.

—Bueno.

Le di un vistazo a la central, estuve un rato dando vueltas por ahí, revisando cualquier movimiento dentro de los edificios. Todo el lugar estaba rodeado de cerca de alambre, con grandes letreros de "PROHIBIDO ENTRAR" colgados cada pocos metros. Y trabajadores iban de un lado a otro, se veían preocupados. Ella me estaba siguiendo por si se veía algo. Después de unos minutos por fin pasó algo. Del estacionamiento empezaron a salir camiones de mantenimiento. Todos empezaron a irse para tratar de seguirlos.

Cumbia de Medianoche (Primera Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora