V. Confesiones

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Caminó bajo la luna arropándose en su abrigo mientras cavilaba sobre si lo que iba a hacer era lo correcto o no.

Quizás fuese la felicidad que la embriagaba por aquel ansiado reencuentro, o porque simple y llanamente tenía que volver a verlo antes de regresar a Londres, pero ahí estaban sus tacones repiqueteando por las adoquinadas aceras de Small Heat, dirigiéndola una vez más a casa de los Shelby.

Lo cierto era que, esta tarde había sido demasiado grosera con Thomas y, aunque no sabía muy bien el por qué, sentía la necesidad de agradecerle el haber hecho ese gesto por su hermano. Si bien era lo correcto, Dani sabía —porque en ese aspecto eran muy similares— lo orgulloso que aquel hombre era y lo extraño que era que algo le hubiese hecho cambiar de opinión. Así que ahora tal vez el orgullo lo perdería ella, pero al menos dormiría tranquila esa noche.


Llegó a casa de los Shelby y Polly, que se encontraba en el salón con Finn dormido en su regazo le indicó que no hiciese ruido.

— Tengo que hablar con Thomas —se explicó Dani en susurros.

La mujer apuntó con su dedo índice hacia arriba, incitándola a subir al cuarto de éste y ella vaciló al pensar que tal vez ya estaría dormido. Si era difícil lidiar con él durante el día, recién despierto debía de ser insoportable.

Finalmente accedió. Al fin y al cabo no había ido hasta allí para nada. Se quitó los zapatos antes de subir por aquellas ruidosas escaleras y nerviosa llamó tres veces a la puerta de su habitación.

— Está abierto —le escuchó murmurar.

Dani entró para encontrarse con Thomas sentado en la cama, vestido ya con su ropa de dormir. Él la miró sorprendido por unos instantes. No esperaba que fuese ella.

— Sé que es tarde. Pero he venido a decirte que... —se distrajo para mirar a su alrededor y contemplar aquel cuarto que se parecía alarmantemente a su casa esa misma mañana. El ambiente estaba cargado de humo y era prácticamente irrespirable, ¡por Dios, si hasta dormía con una botella de whiskey en la mesilla! Y aquello que asomaba por la almohada y que ella reconoció en seguida...

­­­­­— Ya sé lo que has venido a decirme —respondió cortante mientras trataba en vano de acomodar la almohada para esconder una pipa de opio.

Cuando por fin la miró a los ojos sus dilatadas pupilas delataron lo colocado que estaba. Dani sintió algo parecido a compasión hacia aquel hombre que la miraba con ojos inexpresivos.

— No tuve la oportunidad de darte las gracias —comenzó a hablar mientras dejaba sus zapatos en el suelo y tomaba asiento en una silla que había junto a la mesita de noche.

— Sí la tuviste —apuntó con una carcajada cargada de sarcasmo.

— Es cierto, la tuve —reconoció—. Gracias Thomas, por haberle dado finalmente el mensaje a Freddie.

— Bueno... —dijo arrastrando las palabras—. Era lo que se supone que debía hacer.

— Sí.

Un pequeño silencio se apoderó de aquella habitación. Los dos se miraron a los ojos y ella pensó que así como estaba, con el cabello despeinado cayéndole por la frente, y sin su traje hecho a medida no parecía tan peligroso.

— Para que luego se casaran a mis putas espaldas —continuó con más hastío y resignación que rabia—, desobedeciendo todo lo que les había ordenado.

— Thomas...

— Tienen que abandonar esta maldita ciudad —murmuró frotándose la cara con inquietud—. Por favor, no me pongas tú más trabas.

𝕭𝖑𝖔𝖔𝖉 𝖆𝖓𝖉 𝖘𝖆𝖙𝖎𝖓    //    ᴘᴇᴀᴋʏ ʙʟɪɴᴅᴇʀꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora