XIII. La propuesta

3.1K 228 64
                                    


Birmingham, Inglaterra. 1921.

La molesta claridad del mediodía caía de pleno sobre sus ojos haciendo que apenas fuese consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Aunque a decir verdad, aquello no era lo único que nublaba su capacidad de entendimiento.

Apoyada en un árbol del cementerio, Dani aún era incapaz de procesar qué había ocurrido ni por qué todos los allí presentes actuaban así. Tampoco quería. Todo se desenvolvía como si se tratase de una macabra obra de teatro en la que irremediablemente estaba obligada a participar.

Cruzó la vista con Ada quien, a escasos metros de ella, sostenía a Karl en brazos con un gesto agotado. Sus miradas desconcertadas eran muy similares, pese a que ambas creían que ya se habían hecho a la idea de lo que iba a ocurrir.

Freddie había muerto.

Y no lo había hecho de una manera pacífica, lo cual podría haber servido de consuelo para Dani. Lo había hecho tras semanas de agonía y sufrimiento, tanto para él mismo como para todos los que le acompañaron hasta el final. La peste se lo había llevado, dejándola sola en este mundo.

Ahora toda su familia descansaba bajo la misma tierra que estaba pisando. Ya no tendría a nadie a quien acudir, nadie a quien proteger, nadie que la quisiese o se preocupase por ella. Ya ni siquiera tenía raíces. Y el sentimiento de soledad era tan aplastante que la dejaba sin aliento.


Miró hacia el frente, donde estaba Thomas diciendo algunas palabras sobre la tumba de su hermano. A pesar de que no estaba prestándole demasiada atención fue capaz de esbozar una pequeña sonrisa. Ellos habían sido inseparables desde niños hasta que sus maneras de ver la vida les habían llevado por derroteros diferentes. Al menos le reconfortaba saber que su amistad de alguna manera había sabido resistir hasta el final.

Freddie había sido un buen hombre en todos los sentidos. Justo y fiel a sus ideales. Un buen padre con una larga vida por vivir para poder disfrutar de su hijo. No entendía cómo el destino podía ser tan injusto y habérselo llevado tan pronto. Sobretodo pudiéndosela haberla llevado a ella en su lugar.


El alcohol y las pastillas para dormir que había estado tomando últimamente le ayudaban a sobrellevarlo pero nublaban enormemente su raciocinio. Aquella madrugada, cuando un coche enviado por los Shelby —quienes se habían encargado de gestionarlo todo, y por eso les estaba enormemente agradecida— había pasado a recogerlas a su apartamento de Londres para ir a Birmingham no había olvidado meter un bote de esas píldoras verdes en su bolso de mano. Aquel trayecto había sido lo peor. Ella y Ada sentadas en completo silencio en la parte de atrás de un lujoso auto conducido por dos desconocidos que seguían un coche fúnebre. Freddie quería ser enterrado junto a sus padres y, al fin y al cabo, aquel deseo se le había cumplido.

Un tirón en la manga de su abrigo logró sacarle del trance en el que se hallaba devolviéndola a la realidad. Era Polly quien la hablaba, al parecer la ceremonia ya había acabado así que, incapaz de objetar nada, ella se dejó guiar obedientemente hacia el coche, separándose definitivamente de su hermano.




— Sé que es duro pero tienes que volver a tomar las riendas de tu vida. —John hablaba moviendo el palillo que tenía entre los labios. Él no era alguien acostumbrado a dar consejos ni a tener conversaciones demasiado profundas y parecía incómodo en aquella situación.

— Explícame cómo.


Se encontraban en un apartado del astillero, sentados sobre el cemento con los pies colgando sobre las turbias aguas del canal. John había insistido y, pese a que a ella no le apetecía mucho aquel paseo al final terminó accediendo.

𝕭𝖑𝖔𝖔𝖉 𝖆𝖓𝖉 𝖘𝖆𝖙𝖎𝖓    //    ᴘᴇᴀᴋʏ ʙʟɪɴᴅᴇʀꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora