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Querido Evan:

Yo comencé a ver

luego de unas semanas

como empezabas a ocultar el dolor

de nuevo.

Reías.

Sonreías.

Arrugabas la nariz solo como tú lo sabes hacer.

Pero a mi no me engañabas, cariño.

Yo sabía que detrás de aquellas

lindas sonrisas

se ocultaba 

un chico con el alma

vacía.

Y me preguntaba si alguien más

se había dado cuenta

como habías perdido

ese brillo en tus ojos,

pero claramente,

nadie lo hacía

o a nadie le importaba.

Y yo era demasiado tímida e idiota

como para hacer algo,

antes de que fuera tarde.

Liz.

Querido EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora