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Querido Evan:

Yo veía

como te movías ridículamente

y me reía,

tú también lo hacías.

Ambos estábamos un poco

intoxicados de alcohol,

pero en ese momento no nos importaba

nada.

Luego de unos tragos más,

ya no sentía vergüenza

ni timidez a tu lado,

lo único que sentía

era felicidad.

Y me pregunté cómo habíamos llegado a ese punto

de estar bailando juntos,

riendo juntos,

compartiendo miradas

juntos.

Liz.

Querido EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora