Parte 1

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¿Exactamente cuándo creé una rutina que implicara colocarte en mi itinerario?

Ah, claro, como olvidarlo. Fue cuando me ayudaste a evitar un accidente con una caja pesada que llevaba a mi departamento.

Cuando miré a la persona que me había ayudado para poder agradecer con propiedad, grande fue mi sorpresa encontrar unos gentiles ojos que transmitían una fuerte calidez.

- Gracias - te sonreí algo tímido, sin dejar de ser educado.

- No hay de que. Si me permites, puedo ayudarte - me ofreciste sin aún soltar la caja que ayudabas a sostener.

- No te preocupes, ya estoy cerca - con un gesto con la cabeza te señalé la puerta del lugar donde ahora vivo.

- Entonces eres tú el nuevo vecino - al haberte mirado con confusión, sonreíste de lado con gracia - vivo en el departamento continuo.

- Oh, ya veo - antes de que dijera algo más, tu celular sonó.

- Disculpa - con una mano, sin dejar de sostener la caja, buscaste en el bolsillo de tu pantalón el artefacto que contestaste - si, si. Ya voy - fue todo lo que escuché por haberme perdido en otras cosas para evitar perderme en ver tu rostro - antes de retirarme, puedo ayudarte - volviste a insistir y yo me negué con la cabeza.

- Ya me ayudaste en el momento indicado, puedo llegar unos metros más - para tratar de convencerte, te volví a sonreír, evitando dejarte ver mi pena.

- Siendo así, fue un placer conocerte - con suavidad dejaste de sostener la caja para permitir que continúe mi camino.

- Ha sido un gusto, y de nuevo, gracias - afirmaste con la cabeza y con un gesto con tu mano, te despediste para caminar hacia el ascensor.

Solté un suspiro del oxígeno que sentí bien que había guardado en todo ese rato, y di la indicación a mis piernas de avanzar hasta llegar, sin mirar atrás, a mi nuevo hogar.

Desde eso ha pasado ya dos meses, y en ese tiempo no volvimos a cruzar ninguna palabra al no coincidir en algún momento; el hecho de que pudiéramos cruzarnos. Al parecer tenemos horarios distintos de trabajo, mientras yo me voy temprano, tu aún sigues en tu hogar, cuando regreso, no estás sino hasta horas distintas de la madrugada.

"Me sorprendo incluso a mi y si me contento es solo por azar, a escondidas miro hacia ti"

Sin embargo, en los fines de semana, al escuchar que vas a salir, vuelo directo al visor de mi puerta y así observarte pasar frente a mi.

Sueles dar paseos con tu perro, un precioso husky, quien es tu fiel compañero de tus largas caminatas matutinas para mantenerte en forma, y vaya que si, tu camiseta azul deportiva lo deja ver con claridad.

"Dime a dónde vas, así de encantador"

Por las noches cambias totalmente tu forma de vestir, un toque de formal e informal; algo casual que te da un toque relajado.

Así era la rutina hasta que anuncian que por complicación del virus que ha logrado infectar a una gran cantidad de personas a nivel mundial, para prevención y lograr conseguir un control en la situación, deberemos de entrar en un encierro obligatorio en nuestras casas. Trabajos, lugares y actividades "no esenciales" han debido cerrar temporalmente, y eso también implica el mío, donde ahora a distancia, deberé continuar.

Al ser un cambio drástico para todos, estas dos primeras semanas me vi con la falta de posibilidad de saber de ti, por tratar de adaptarme e ir dejando poco a poco controlada la carga laboral.

El chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora