Parte 3

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- ¿Y bien? - me preguntas al terminar de tocar y cantar la canción. Mirándome con ansiedad que tratas mal en disimular.

- Pues... - hago un gesto de estar meditando - ¿Qué te puedo decir? - qué fue lo más maravilloso que mis oídos han escuchado donde mis ojos se deleitaron al verte tan entregado.

- Que sí te puedo tomar en cuenta para que formes parte de mi club de fans - sonríes ladinamente.

- No. Me temo que el llamarme "fan" no es lo mío - me alzó de hombros con inocencia - pero, lo que debo admitir es - colocas más interés - que tienes mucho talento. Es una lástima que quieras guardar todo ese potencial. El mundo merece escucharte - sueltas una risilla a lo bajo.

- Si, creo que estoy siendo egoísta - me sigues el juego.

- Demasiado - doy un sorbo al vino en la copa que me ofreciste para acompañarlo con la cena que fue una deliciosa lasaña - ¿no has pensado en tener tu propio restaurante? En estas dos oportunidades que he probado lo que preparas, créeme si te digo que me arriesgaría a quedar en bancarrota con tal de comer tus platillos.

- Me halagas, y eso que aún falta el postre - detuve otro sorbo en mi boca al escuchar tal anuncio - y por tu expresión quiero creer que es de tu agrado - asiento degustando lo que había detenido.

- ¿Te sorprendería si te digo que a lo que si soy fan es de los alimentos dulces? - lo dije con toda intención de fastidiar solo un poco y tu por supuesto lo captaste y sonreíste.

- Entonces al menos conseguí hacerte fan mío por lo que preparo - exhalas con cierto toque de decepción fingido - creo que me conformo.

- Lamento la desilusión.

- Puedo tener la esperanza de que eso cambie - me guiñas con complicidad - iré por ellos - sin esperar alguna respuesta, te vas a conseguir lo dicho.

Dejo salir un suspiro profundo para poner en orden los sucesos desde el inicio de la velada.

Todo ha sido tan... Fluido. En ningún momento se ha sentido que cualquiera de los dos hayamos forzado el ambiente. No ha sido nuestro caso. Es como si... Nos conociéramos y solo fuéramos dos personas que se están poniendo al corriente.

Añadiendo que el vino me ha relajado de forma agradable y eso en parte puedo agradecer en que yo esté de platicador. Y eso me ha ayudado en intercambiar información del uno con el otro, como en donde estudió, su lugar de origen, el cómo consiguió hacerse de contactos para vender sus letras e incluso revelarme cuáles han sido quedando sorprendido de que todas las conozca, pero que no pude admitir cuáles de las mencionadas, porque desde que las escuché, su significado fue lo que más me cautivó en cada una y que siguen siendo mis favoritas.

- Espero sea aceptado por tu papilas gustativas - dejas el tuyo en tu mesa para acercarte al barandal que nos separa y esperas a que me acerque lo cual ya hago - ¿tienes alma antigua? - me preguntas al llegar y yo hago un gesto de confusión.

- ¿Alma antigua? ¿A qué te refieres? - sonríes en confidencia.

- Es una receta algo vieja - señalas el plato y yo abro los ojos por su belleza y desde aquí emite un olor delicioso - es una torta de té y frutas. Sé que suena rara la combinación - me aclaras al percibir que seguía sin entender - pero te aseguro que tiene buen sabor y existe desde hace mucho, mucho tiempo - me extiendes el plato que tomo con cuidado.

- Creo que aún no te pregunto cómo es que aprendiste a cocinar así de excelente - ambos regresamos a nuestros lugares, pasando con calma para no molestar a Blacky quien está descansando en su ahora silla - si no coincide con lo que estudiaste.

El chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora