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Jimin estaba echado en el sillón con su celular en mano, era de mañana y no tenía que hacer nada. Yoongi por su parte estaba sufriendo en busca del azúcar para endulzar su café recién hecho.

Buscó por todos los cajones de la cocina, por cada envase que había, incluso descubrió que tenían alimentos que no sabía desde cuándo estaban ahí, pero no encontró la condenada azúcar.

— ¡Jimin! ¿Dónde está el azúcar? — Gritó desde su sitio acudiendo a su amigo para que lo ayudara.

Desde la sala Jimin rodó los ojos, ¿acaso ya nadie podía leer la Biblia en paz?

— ¡En la cocina! ¡Busca bien, está por ahí! — Exclamó en respuesta sin despegar la vista de su celular.

Que gran ayuda... Pensó el pelinegro buscando nuevamente por segunda vez.

Luego de unos minutos Jimin escuchó otro grito.

— ¡No está! ¿Dónde escondite la jodida azúcar?

Ya hastiado, el rubio dejó su celular en el sillón para ponerse sus pantuflas de pollito y caminar furioso a la cocina. Yoongi se cruzó de brazos seguro de que el azúcar no estaba en la cocina pues había buscado en cada rincón y nada, ya quería ver como Jimin admitía su derrota.

Entonces, el menor agarró un envase que estaba justo frente a sus ojos y lo destapó para descubrir un tesoro dulce.

— Aquí está, en el envase de galletas que dice sal, si no estoy yo no encuentras nada. — Regañó.

Uhm... el azúcar estaba en un envase de galletas que decía sal, tenía que recordarlo.

— ¿Y qué estás haciendo? — Indagó Jimin al ver varias cosas esparcidas en la alacena.

— Quería preparar mi desayuno, estaba por hacer sándwiches. — Respondió Yoongi.

— ¿Sabes que ya es medio día no? — El mayor asintió—. No tienes remedio, yo preparo los sándwiches, no quiero que hagas un desastre.

Yoongi aceptó la propuesta gustoso y se hizo a un lado para dejarle el trabajo a su dongsaeng. Jimin se dispuso a cortar la lechuga y el tomate, todo estaba bien, normal, hasta que el rubio dio un saltito asustado cuando sintió unas manos en su cadera y un cuerpo pegarse al suyo por detrás.

— ¿Hyung? — Preguntó confuso al mayor, jadeó sorprendido y avergonzado cuando sintió algo entre sus nalgas restregándose sin pudor.

— Recién me di cuenta de lo que llevas puesto, ¿cómo se te ocurre llevar solo bóxer y una camiseta delgada conmigo rondando por aquí? — Gruñó el pelinegro dejando pequeños besos juguetones en la tersa piel del cuello de Jimin.

El menor ladeó su cabeza a un lado después de dejar el cuchillo con el que cortaba las verduras en un lugar seguro. Sus manos se aferraron a la superficie lisa de la alacena con fuerza cuando sintió como Yoongi lo había embestido por encima de la ropa, un gemido tímido se asomó de sus labios por todas las sensaciones juntas y solo se dedicó a disfrutar de los toques.

— Uhm~... Hyung... — Suspiró quedito, el contrario sonrió repitiendo sus movimientos siendo recompensado con melodías dulces para sus sentidos.

Otra embestida.

Y otra.

Y otra.

Y luego el sonido de la puerta de la entrada abriéndose estrepitosamente.

— ¡Llegó por quien lloraban gente! — El grito estruendoso de Taehyung se escuchó por toda la casa.

Y luego el chillido de un Jungkook traumado que había ido directo a la cocina para robar comida del refrigerador de sus hyungs.

De inmediato llegaron Seokjin, Taehyung y Hoseok, quienes vieron el preciso momento en el que un Jimin sonrojado y avergonzado salía corriendo hacia su habitación.

Yoongi los miró aburrido como si no hubiera pasado nada.

— ¿Qué? Estábamos reforzando la amistad, no homo bro —Dijo mirando directamente a Jungkook con los ojos entrecerrados y una mirada amenazante.

— Díselo a la erección entre tus piernas.

— Cállate Hoseok.

No Homo Bro ----》YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora