CAPÍTULO 6.

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(Una mano y una voz.)

Siento la necesidad de gritar pero el cansancio y el miedo no me dejan.

-no habrás los ojos, ni se te ocurra, no- me dice mi mente, le hago caso.

La mano me atrae, hacia el cuerpo que está unida, suavemente y una voz…

-no tengas miedo, abre tus ojos Andrew- dice esta voz...

…una voz que suena áspera pero suave, añeja pero decente, como el otoño y fría como el invierno, pero alegre como el verano, levanto mi cabeza lentamente y niego a obedecerle con ella haciendo un gesto girándola de lado a lado, la respiración se vuelve a agitar al igual que mi corazón y el pulso sigue retumbando dentro de mí.

-porfavor, Andrew, ya se acabó el encierro liberate- dice la voz.

Abro los ojos.

-¡abuelo!- grito de pronto.

- Andrew- dice, con esa ternura y alegría con la que siempre me habló.

Sucedió en mi mente un momento eclíptico –si lo puedo describir así- con lagrimas lo abrasé fuertemente y el también lo izo, luego cogió mi rostro y seco mis lagrimas, estábamos tan alegres, tan felices y tan contentos, lo mire de nuevo.

Otra vez lo podia mirar, su rostro grueso y cuadrado como el de mi padre, su rostro arrugado y con esos agujeros en sus mejillasde cuando las comisuras de su boca se levantan para reír, esos agujeros desgastados de tanto sonreír, están de nuevo frente a mis ojos, también esos ojos pequeños y cafés con ese brillo de sueños y esperanzas, esos ojos cubiertos por sus pobladas cejas blancas y su cabello callendole ligeramente sobre su frente, su cabello canoso y rebelde.

-tranquilo, no digas nada- me dice suave- vamos, deja de llorar- ahora con un tono animoso- sentemonos y descansa.

Reposé allí con él y tuvimos un largo tiempo de silencio finalmente volteé a verlo, estaba, dormido me recliné en su abdomen pensando en la belleza de Sandra, en esos cabellos rojos, en sus peculiares gustos, en su genial forma de vestir compuesta generalmente de audífonos, converse y gorro -hermosa, no tendría mejor elección-, en su sonrisa tímida, en que hubiera sido de nosotros si yo le hubiera dicho lo que sentía desde un principió, en cómo serán las cosas sin mí.

-están y estarán bien- responde a mis pensamientos mi entrometida mente.

-basta- le digo riendo.

Es mi mente... Un compañero, creo... Se que es estúpido pero le llamare Uní...

-¿es alguna estúpida abreviación de unicornio? Vale, dejalo asi- me responde y sonreímos.

quedamos un momento en total silencio mirando el cielo, un gran mar sin fin, que se extendía de horizonte a horizonte y que contenía planetas que se encontraban muy cerca del suelo donde estábamos y notaba como los planetas de diferentes colores tamaños,algunos con varios soles y lunas, algunos con anillos a su alrededor, son muy diferentes a los que se conocen allí afuera.

Notaba también como parecía que formaban un camino al infinito haciéndose más pequeños los planetas a medida que se separaban más del suelo y a medida que se separaban uno del otro y se perdía el último planeta mezclado entre todas las estrellas que les rodeaban... ¿Qué habrá pasado y cuánto tiempo allí afuera? Con esa pregunta finalmente quedé dormido.

Al  despertar todo se aclaraba, entendía porque los impactos del pulso eléctrico y porque el mueble, me preguntaba qué cosas nuevas me esperaban y si iban a hacer buenas o malas, si el abuelo conocía más personas o si se encontraba solo, el futuro en verdad es un misterio.

Mi abuelo se levanto al momento de que yo lo hice y me dijo que empezáramos a caminar aunque no sabía a dónde nos dirigíamos, bajamos el abismo por un sendero angosto.

–¿porque no lo has visto?-dice Uní.

-callate, es mi abuelo quien corría detrás de nosotros- respondo.

-adfghjklofghvbn- hace una mueca mientras “me arremeda"

y luego salimos a una extencion, a un desierto de trigo dorado, espeso y danzante al ritmo del viento, creando olas y figuras al articularse de lado a lado.

En un lugar desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora