IX. Cazador De Mundos

202 19 67
                                    

Entrar a las mentes siempre había sido algo que a Bill le fascinaba, él amaba el poder que se le había otorgado al nacer. Ir a la escuela a aprender era algo que le encantaba. El aprendizaje era maravilloso, Bill amaba aprender, la sabiduría era un don que quería obtener. Porque dicen que el conocimiento es poder y él creía que eso es cierto.

Así que aprendió a usar su magia hábilmente, aprendió todos los secretos sobre el dominio de su poder, aprendió tantas cosas que le era difícil recordarlas todas.

Pero nadie le había enseñado a controlar sus propios pensamientos, nadie le enseñó a controlar la locura que implicaba tener ese poder que tanto amaba, y más importante, nadie le enseñó qué hacer cuando pierdes todo lo que te queda.

Nadie le dijo que tu propia familia podía... Traicionarte, herirte. Nadie le dijo que aunque tuviera todo el conocimiento del universo, no podría controlar sus emociones y lo que conllevaba las consecuencias de sus impulsos sentimentales.

De haberlo sabido antes hubiera pedido que también se le fuera enseñado todo eso, para evitar que la locura se hiciera parte de él.

Tampoco le dijeron que Will podía sentir las emociones de los demás. Si lo hubiera sabido se habría alejado.

Ahora ya era demasiado tarde.

◈ ━━━━━━━ ▽ ━━━━━━━ ◈

Bill soltó un suspiro y acomodó su moño antes de adentrarse al gran laberinto que era el lugar donde se encontraban almacenados los recuerdos de su hermano.

Comenzó a viajar por todos los pasillos del lugar en su forma triangular, era más fácil y rápido de esa manera. Las puertas se abrían y se cerraban a su paso, pero eso no le importó, necesitaba averiguar qué había hecho Will, qué les había ocultado por tantos siglos.

Porque si había un lugar en el que Bill siempre sería más poderoso, era la mente. No había nada que le pudieran ocultar sin un hechizo como lo era uno prohibido.

Finalmente llegó a aquella parte que había estado buscando, chasqueo los dedos volviendo a su forma humana, soltó un suspiro y levantó una mano para sentir la barrera que hace tantos años le había impedido entrar a ver aquellos recuerdos bloqueados. Esta vez no había nada que le impidiera el paso, era libre de husmear lo que le placiera.

Soltando un suspiro se sentó con las piernas cruzadas en medio de la alfombra que estaba a mitad del pasillo, ¿qué? ¿Acaso creían que iba a ir puerta por puerta perdiendo su valioso tiempo? Por supuesto que no, había una manera más rápida, una que sólo podía usar en su forma humana por la cantidad de energía que implicaba.

Colocó cada una de sus manos a los lados dejándolas apoyadas contra la suave superficie de la tela, dejó su magia recorrer el suelo, arrastrándose en delgadas líneas de fuego azul que se extendían por todas las puertas del área que ahora se encontraba a su completa merced. Su único ojo se volvió blanco, la energía blanca se veía reflejada en forma de luz, un tercer ojo creado de energía se abrió en su frente, el llamado ojo que todo lo ve, observaba y analizaba cuidadosamente todos los escenarios.

Bill era un ser omnipresente en la mente, él era un dios de los sueños, de los recuerdos, del conocimiento. No tenía el título como tal, pero siempre que tuviera el control sobre la mente de quien sea podía sentirse como uno. A pesar de ser un demonio de nacimiento y no pertenecer al mundo de los seres divinos, nadie podía quitarle el gusto de ser poderoso y ser excepcionalmente magistral usando sus poderes. No podían quitarle lo más preciado que tenía, su magia, su don.

Why So Blue? [Will Cipher]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora