Día 5

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¿Ustedes creen en el amor a primera vista?

La mayoría de las personas tal vez digan que no. Quizás las más enamoradizas y románticas digan que sí.

Pues déjenme que les cuente la historia entre un beta capaz de oler a un omega, y un omega defectuoso capaz de reconocer a un beta como su alfa sin necesidad de llevar su marca.

Ellos dos no creían en el amor a primera vista, pero empezaron a creer en él cuando derramaron el café encima del otro el día que se conocieron.

Miraba con desespero el reloj de muñeca de su mano izquierda rezando para que los segundos pasasen más rápidos para que le entregasen cuanto antes su café y aquella deliciosa rebanada de bizcocho con trozos de mandarina; y que pasasen más lentos p...

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Miraba con desespero el reloj de muñeca de su mano izquierda rezando para que los segundos pasasen más rápidos para que le entregasen cuanto antes su café y aquella deliciosa rebanada de bizcocho con trozos de mandarina; y que pasasen más lentos para así poder llegar a tiempo a la empresa a la que su propia empresa le había asignado para dirigir un proyecto tan importante como el que tenían entre manos.

Siendo beta en una sociedad donde los alfas dominaban todo y a todos; donde los omegas aunque empezaban a desligarse de la machista soberanía de los alfas, seguían siendo vulnerables y utilizados; y donde los betas aunque fuesen la mayoría de la población eran tratados como un cero a la izquierda y que casi nunca podían llegar a puestos tan altos como los de los alfas; él había conseguido tener las riendas de este proyecto pasando por delante de un montón de alfas altamente cualificados.

Cuando llamaron su nombre, se acercó casi corriendo a recoger su pedido.

Con su derecha cogió el baso de cartón donde iba su caliente café, y con la izquierda agarró la agarradera de la pequeña cajita donde iba su bizcocho.

Agradeció y se giró para poder irse. Abrió la puerta saliendo del local y se paró al lado de una papelera para poder quitarle la tapita de plástico que tenía el vaso. En esos momentos le estorbaba para beber con grandes tragos su café.

Miró de nuevo la hora en su reloj y maldijo al ver que el tiempo se le echaba encima. Apresuró su paso esquivando a las personas para no derramar el líquido caliente encima suyo o de alguien más. Pero no pudo lograrlo cuando giró en la esquina que estaba en frente de la enorme empresa a la que se dirigía.

Su café empapó la blanca camisa de la otra persona, y la suya propia fue manchada del café de la otra persona. ¿Quién demonios no llevaba el café cerrado?

Ah, sí. Él era una de esas personas.

—Demonios... ¡¿Acaso no puedes ver por donde...?!-

—¡¿Es que tienes los ojos de deco...?!-

Dijeron ambos al mismo tiempo mas se quedaron mudos al ver al contrario.

Él se quedó sin habla.

Nunca había visto un omega tan hermoso como el que tenía en frente. Y mira que había conocido a unos cuantos y realmente hermosos. Y estaba claro que era un omega. Era pequeño, de cintura acentuada donde en un futuro se ensancharía por albergar vida en su vientre. Sus facciones eran delicadas y bellas. Ojos grandes y de color caramelo. Y el pelo tan naranja como...

AtsuHina Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora