II

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Pues quien puede salir de aquí es el bendecido...

Tal vez yo muera acá.

O me vaya algún día por mi cuenta, antes de eso, creo ver la vida tal como es, y creo que debo vivirla tal como indican los pasos presurosos de los habitantes.

No había decepción, creo tener suerte de poseer la vista que me permite soñar aún viviendo en soledad.

Porque al idealizar mi vida fuera del edificio cenizo; pienso poseer los segundos de mi infancia perdida en el abismo del abandono.

Y como conquistador de sueños; obtener lo que espero.

Porque en sí el fracaso puede abrazarme, pero dejarme ir algún día.

Más la felicidad amarme para siempre debe, así como recompensa es salir de entre las literas grises de mi hogar.

O deber usar una bola de metal colgar de mi tobillo pueda que sea la prometedora solución a mi vida.

Pero no existe castigo como tal hoy en día.

Entonces, al estar en el auge de la presurosa vida dentro de éste lugar; pienso que el más grande mérito es que alguien me ame algún día.

Ciegamente como nunca y verdaderamente como jamás.



Gaby Wilde.

Los Huérfanos de New YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora